El poeta Carlos Illescas, cuya producción poética se caracteriza por una riqueza imaginativa y verbal, será recordado con motivo del centenario de su nacimiento, en la Sala Adamo Boari, del Palacio de Bellas Artes.

En este encuentro que se llevará a cabo el miércoles 9 de mayo, José Falconi y Mario Alberto Mejía, ambos alumnos del maestro Illescas, hablarán sobre la larga trayectoria del poeta: desde su llegada a México, así como su desempeño en Radio Universidad y su labor como guionista y ensayista.

Carlos Illescas Hernández nació en Valle de Asunción, Guatemala, el 9 de mayo de 1918, y de acuerdo con el portal “biografiasyvidas.com”, descubrió su gusto por la poesía en su infancia, cuando, por influencia de su madre, leía sencillos y populares versos, en su mayor parte religiosos.

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En su juventud se integró en círculos literarios de su país y, en colaboración con el escritor hondureño Augusto Monterroso, perteneció a la “Generación del 40” y al “Grupo Acento”, que orientó los afanes de rebeldía política y renovación estética de los jóvenes intelectuales del país.

Además, supuso el mejor vehículo para la introducción y difusión en Guatemala de las obras de algunos autores universales de la talla del francés Paul Valéry, el austríaco Rainer Maria Rilke, el chileno Pablo Neruda o el español Federico García Lorca.

Sin embargo, tanto Monterroso como el propio Illescas se vieron forzados a desarrollar su obra literaria en países vecinos, por mostrar públicamente su disconformidad con los regímenes totalitarios implantados en Guatemala, siguiendo el rumbo del exilio.

La trayectoria literaria de Carlos experimentó un violento giro a raíz de la llegada al poder en su país natal del teniente-coronel Jacobo Arbenz Guzmán, que rigió entre los años 1951 y 1954.

A comienzos de ese último año, ante el temor de un inminente golpe de estado, Arbenz tomó medidas drásticas que provocaron la inmediata salida de Guatemala de un nutrido grupo de intelectuales.

Fue así que Illescas realizó una petición de asilo político en México y se incorporó a la vida cultural azteca, en la que produjo algunas de sus mejores obras y a la que permaneció ligado durante la mayor parte de su andadura literaria, hasta el extremo de que México bien puede reclamarlo como una parte importante de sus propias letras.

Su nombre se hizo conocido gracias a la publicación de “Friso de otoño” (1958), “Ejercicios de poesía” (1959) y “Réquiem del obsceno” (1963), de acuerdo con información de la página “e-historia.es”.

En el ámbito del Séptimo Arte, Carlos dejó algunos guiones para la posteridad, como “Ángeles y querubines” (1972) y “La mansión de la locura” (1973), películas dirigidas por el mexicano Rafael Corkidi.

La producción poética del escritor guatemalteco en México fue tan apreciada, que mereció algunos de los reconocimientos y galardones más prestigiosos del país, como el Premio Xavier Villaurrutia 1983, otorgado por su poemario “Usted es la culpable”.

Desplegó desde México una intensa labor en favor de las reformas sociales, culturales y políticas de su país y apoyó en todo momento cualquier movimiento progresista que surgía ahí; pero, a pesar de estos lazos de unión con su natal Guatemala, permaneció en México durante 43 años.

El sitio “elem.mx” apunta que durante su prolongado exilio en México, Carlos Illescas se desempeñó como jefe de información y director artístico de Radio Universidad, de la UNAM, como colaborador de Televisión Universitaria, Canal 11 y Radio Educación.

Asimismo, coordinó talleres de poesía del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Un año antes de su muerte, en 1997, fue invitado por el presidente Álvaro Arzú para hacerle entrega de la orden “Miguel Ángel Asturias” y un año después, el 22 de junio de 1998, Carlos Illescas Hernández murió en la Ciudad de México.

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