Hasta 95 por ciento ha avanzado la recuperación de las zonas arqueológicas afectadas por los sismos del 7 y el 19 de septiembre del año pasado, informó el Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH).

El coordinador nacional de Arqueología de ese organismo, Pedro Francisco Sánchez Nava, declaró que actualmente ninguno de los 42 edificios arqueológicos está en riesgo, a excepción de Monte Albán, en Oaxaca.

Grietas, cuarteaduras menores, desprendimiento de elementos decorativos y deslizamiento en estructuras enclavadas en partes altas son algunos de los daños identificados en los inmuebles históricos y que han sido atendidos por las áreas correspondientes.

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“Si se comparan los daños en zonas arqueológicas con los de edificios históricos, éstas no resultaron tan afectadas y sus procesos de recuperación han sido controlados, ordenados y basados en diagnósticos”, declaró Sánchez Nava, según un comunicado del INAH.

En el sitio de Monte Albán hubo un desplome en la zona del Juego de Pelota y la Plataforma Norte del Edificio A presentaba una tendencia a desplazarse, por lo que las labores de restauración se prolongarán hasta 2020.

El equipo del laureado doctor Roberto Meli, del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se ha encargado de revisar el interior y el subsuelo del sitio bajo la supervisión de las doctoras Nelly Robles y Patricia Martínez del Instituto Nacional de Arqueología.

Atzompa, Yagul y Monte Albán, en Oaxaca; Iglesia Vieja, Chiapa de Corzo y Lagartero, en Chiapas, así como Malpasito y Comalco, en Tabasco, son los sitios que sufrieron afectaciones por el terremoto de magnitud 8.2 ocurrido el jueves 7 de septiembre de 2017.

Solamente 12 días después el temblor de magnitud 7.1 causó daños en las zonas de Tlatelolco, Cerro de la Estrella y Cuicuilco, en la Ciudad de México; en Chalcatzingo, Xochicalco y Teopanzolco, en Morelos; Cholula, Tehuacán Viejo y Teteles de Santo Nombre, en Puebla; Malinalco y Tenayuca, ubicadas en el Estado de México.

Lo mismo ocurrió en las áreas de la Organera Xochipala, Tehualco y Palma Sola, en Guerrero; Huapalcalco, Xihuingo Tepeapulco y Tula, en Hidalgo, así como Cacaxtla-Xochitécatl, Tecoaque y Tizatlán, localizadas en Tlaxcala.

“El trabajo se dividió en tres fases: primeramente se elaboró un inventario a partir de los reportes que llegaban de los Centros INAH, después inició la etapa de censo y, finalmente, la programación para atender los daños, dando prioridad a aquellos que necesitaban una acción inmediata”, detalló Pedro Francisco Sánchez Nava.

La recuperación de los monumentos arqueológicos está basada en los sistemas constructivos prehispánicos que se basaban en cal y arena. “Las intervenciones son rigurosas para garantizar no solo la recuperación del bien patrimonial, sino su permanencia a futuro”, concluyó el coordinador nacional de Arqueología del INAH.

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