Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México replicará una tumba mixteca de más de un milenio de antigüedad que afloró en Oaxaca en el sismo de 2017 para conservarla en un museo tras volver a enterrar la original.
Después de un año de trabajos de conservación por parte de un equipo inter y multidisciplinario del INAH, La Tumba 1 de Loma Tendoma volvió a la tierra de la que vino, no sin antes revelar sus secretos y reencontrarse con sus descendientes, la gente de Santiago Tillo, en Nochixtlán, Oaxaca”, explicó el instituto en un comunicado.
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El sepulcro se replicará en el centro cultural de la comunidad Santiago Tillo tras ser descubierta en un campo de cultivo a solo un kilómetro del pueblo.
La tumba, que afloró en 2017, estaba intacta y conservaba todavía los muros policromados entre los cuales se encontraban restos óseos de tres niños y cuatro adultos de alta jerarquía depositados en varios momentos entre el año 300 y 900 después de Cristo (dC).
La Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNPC) se hizo cargo de los restos en una investigación completa que financió el Gobierno suizo.
Se encontraron incrustaciones dentales de piedras preciosas, 45 objetos de uso cotidiano, de los que 25 son piezas cerámicas, entre ellos, 12 cajetes (cuencos) con los pigmentos que sirvieron para decorar el espacio, y dos vasos de alabastro.
Las tareas de consolidación y conservación del sepulcro duraron un año, de mayo de 2019 a mayo de 2020.
Las piedras fueron recubiertas con aplanado para emparejar la superficie y recibir el color de pigmentos naturales, como explicó la restauradora Dulce María Grimaldi: “Tenemos dos tonos de amarillo, tres azules, un verde, dos rojos, rosa, negro y blanco”.
La Tumba de Loma Tendoma, expresó Grimaldi, “refleja exquisitez y maestría en su factura, además de lograr una atmósfera interior cálida, pero solemne”.
La especialista, partícipe de proyectos internacionales como la restauración de la Tumba Tebana 39, en Luxor, Egipto, dijo que el sepulcro mixteco se encontró en buen estado de conservación, salvo por el crecimiento de raíces, el desprendimiento y pérdida de algunos aplanados, disgregación y fragmentación de soportes pétreos, y pulverulencia de pigmentos.
Con el apoyo de fotógrafos y químicos se efectuaron estudios con luces especiales para registrar y documentar las pinturas, así como el análisis de pequeñas muestras para conocer los materiales y la técnica constructiva.
Para la intervención directa se buscaron diversas tierras, arenas y piedras con color, a fin de hallar las más compatibles con el comportamiento de las pinturas.
El espacio mortuorio -de dos metros de largo por dos metros de ancho- está integrado por dos cámaras rectangulares, unidas por un pasillo central.