El escritor norteamericano Richard Ford cree en la imaginación, en la bondad, y por eso afirma estar «harto y aburrido» de Donald Trump, el posible próximo presidente de Estados Unidos, el país donde nació hace 80 años y que para él está en «declive».

El premio Princesa de Asturias de las Letras de 2016 ha realizado un encuentro con periodistas durante su visita a España con motivo de la publicación de la que —asegura— será la última entrega de la saga protagonizada por su personaje Frank Bascombe, Sé mía (Anagrama), con quien ha recorrido la historia de los últimos 50 años de su país.

Un mirada personal a Norteamérica que siempre está como una «tela de fondo», porque cuando en las novelas de Bascombe (en total son cinco) habla de Bush, Obama, Trump o los atentados del 11 de septiembre lo hace como «elementos secundarios» respecto a los personajes, a los que siempre pone en un primer plano.

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Y eso es lo que hace siempre en sus novelas, poner la historia al servicio de la trama, aunque el premio Pulitzer (1966) cuando habla de su país lo hace alto y claro: «Lo mejor sería que nos diéramos cuenta todos de que estamos hartos de Donald Trump, de que ya nos aburre y que, por tanto, hay que pasar a un cambio mucho más gradual».

Es decir, según matiza el escritor (Jackson, EE.UU., 1944), es necesario que suceda algo que «unifique», aunque «desgraciadamente» lo que suele unificar «es el estallido de violencia de algún tipo de violencia, ya sea violencia con una guerra internacional o con una guerra civil».

Según añade, en la actualidad Estados Unidos está en «declive» en, algo que lamenta decir pero que siente al ver «la cantidad de gente sin techo, la incapacidad del Gobierno de responder a las necesidades de la gente pobre, el punto en el que están las escuelas públicas, la confianza para con las instituciones y el carácter de los líderes».

Eso sí, lo que más le preocupa es «la división» en Estados Unidos respecto a «lo que está bien, lo correcto, y no sobre el bien».»Pero eso no significa que se haya acabado, mientras las instituciones públicas puedan sobrevivir, mientras podamos seguir votando, mientras podamos expresar nuestro malestar sin ser castigados, yo mantengo mi optimismo».

Asimismo, para Ford en la actualidad el populismo se ha convertido en una «especie de maldición» que, como «guardián del lenguaje», combate al afirmar que no es más que otro vocablo. Por lo tanto, recomienda optar por «palabras útiles». «Se ha convertido prácticamente en un insulto, es como sinónimo de no pensar, cuando antes era más bien lo que la gente pensaba».

De vuelta a su novela, en esta ocasión, y con un Bascombe «mayor» como él, bromea, la trama gira entorno a un viaje que realiza al monte Rushmore junto a su hijo Paul, enfermo de ELA.

Una historia bañada con una inteligente reflexión sobre la felicidad, concepto éste trabaja de «manera consciente» y que le hace confesar que uno de sus momentos vitales más felices fue cuando se alistó en los marines o cuando el cantante Bruce Springsteen recomendó uno de sus libros.

En cuanto al destino elegido para ese viaje, lo que convierte la novela en una suerte de road movie, Ford reconoce que los monumentos nacionales, como el monte Rushmore, siempre le parecen «ridículos» porque «tienden a simplificar cosas muy complejas».

«Cuando veo los rostros de esos cuatro presidentes en la ladera de una montaña, que es sagrada para los indios, pienso, qué ridiculez», matiza.

Profesor de la Universidad de Columbia hasta el pasado año, cuando habla de la juventud lo hace pensando en personas «concretas», en cada uno de sus alumnos, en los que ve cosas que le gustan y otras no tanto.

Por ejemplo, como el «temor» que tienen a las críticas que puedan suscitar sus obras: «Deberíamos ser capaces de escribir y de hablar de todo aquello que podamos imaginar», reivindica este escritor.

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