Por mucho que lo intentemos y que el esfuerzo de evasión mental sea salvaje, resulta imposible imaginar al cazarrecompensas caradura de Han Solo sin el rostro del enorme Harrison Ford. Desde que George Lucas llamase a la puerta del actor allá por 1977, la imagen de Ford jamás ha dejado de estar asociada a la franquicia cinematográfica con más millones de fans alrededor de todo el planeta. De hecho, junto al de Indiana Jones y el de Rick Deckard en Blade Runner, el papel de Han Solo en la saga Star Wars forma parte de la “santísima trinidad” de personajes de Harrison Ford. Lo que no sabíamos es que el bueno de Ford no era la primera opción de Lucas…

En aquellos años, el joven George Lucas trataba de hacerse un hueco dentro de la industria. Star Wars: Una22 Nueva Esperanza se trataba del guión con el que el director pretendía lanzar su carrera. Para ello tenía bien claro el nombre del actor que pilotaría el Halcón Milenario: Al Pacino. Gracias a su relación con Francis Ford Coppola, Lucas consiguió una reunión con el protagonista de El Padrino, pero tal y como ha confesado el propio Al Pacino: “Era mío si lo quería, pero yo no entendía el guión”.

Ante la negativa del prestigioso actor, George Lucas continúo tirando de lista. Jack Nicholson y Bill Murray tenían el perfecto perfil de caradura que el director buscaba, pero tampoco ellos aceptaron el papel en la “extraña” película. Finalmente, el director optaría por un joven y desconocido Harrison Ford, al que ya había dirigido en American Graffiti. No se imaginaba que ambos estaban a punto de crear un personaje de leyenda.

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