La escritora argentino-mexicana Sandra Lorenzano ha resaltado este martes que quienes se dedican a la cultura tienen “un gran poder”, porque “una palabra puesta en el espacio público puede generar una guerra o puede evitarla”.

“Cualquier palabra en el espacio público conlleva una responsabilidad ética, y eso es un privilegio, pero tenemos que asumirlo y tomarlo muy en serio”, ha afirmado Lorenzano, que ha presentado su libro ‘Herida fecunda’, ganador del decimoquinto Premio Málaga de Ensayo.

Sobre la situación actual de su país de origen, Argentina, ha opinado que enseña “que los derechos conseguidos hay que defenderlos cada día y no son definitivos nunca”.

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“Desde su primer día de gobierno, Milei empezó a violentar derechos que tantas décadas o siglos ha costado conseguir, y uno de los sectores que más odia es la cultura, junto a los derechos humanos, de las mujeres y de las diversidades sexogenéricas, y también a la gente de mayor edad”.

Ha lamentado “el miedo que el poder tiene a la cultura, de ahí tantas quemas de libros a lo largo de la historia, desde la Biblioteca de Alejandría a los últimos libros prohibidos por Trump en EEUU”.

“Ojalá fuera solo Milei quien atenta en este momento contra los valores de la democracia”, ha añadido Lorenzano, que ha admitido que abrir los periódicos argentinos por la mañana le provoca “cada vez más angustia y ansiedad”.

“No me da lo mismo que el presidente sea Milei o cualquier otro, y que decida prohibir el lenguaje inclusivo o hablar mal de la fundadora de las Abuelas de la Plaza de Mayo es algo tan éticamente reprobable que me enferma”.

Respecto a ‘Herida fecunda’, editado por Páginas de Espuma, ha explicado que en sus páginas hay “una presencia fuerte” de María Zambrano, porque “si alguien ha pensado el exilio en nuestra lengua, ha sido ella”.

“Para todos los que vivimos fuera de nuestra tierra, el exilio fue como nuestra patria, y no hay que hablar ya de dos nacionalidades, de esa pertenencia ‘argenmex’ que siempre he reivindicado, sino de una tercera pertenencia que es el exilio”.

El título del libro se vincula con Zambrano y también con la escritora de origen ucraniano exiliada en Brasil Clarice Lispector, que “decía que el exilio es una herida, pero se puede hacer que esa herida sea fecunda, en la que se encuentre luz, un motivo de vida, no solo de llanto y de dolor, y la posibilidad de crecer, crear y producir”.

“Estamos conformados por aquellos que han vivido antes que nosotros, y en nuestra sangre y nuestros huesos está la historia de quienes nos precedieron”, según Lorenzano, que cree que cuando escribe están “esas voces anteriores” y en parte “somos hijos de esos relatos que nos conforman”.

“Finalmente, terminamos siendo una suerte de suma de elementos, de ‘collage’ o una suerte de Frankenstein hecho de pedazos, y la función de la palabra es zurcir esos pedazos”. 

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