Luego de la desolación que dejó la Segunda Guerra Mundial en Japón, Tatsumi Hijikata y Kazuo Ōno, bailarines y coreógrafos, crearon lo que hoy se llama danza butoh, a fin de recuperar “el cuerpo japonés” que se había perdido en la postguerra. En los años sesenta, ante la colonización cultural que se daba, el butoh tomó auge como movimiento identitario de ese país.
A diferencia de la danza occidental, que se enfoca en la fuerza y belleza del cuerpo humano, el butoh resuena con la debilidad del cuerpo, en movimientos lentos y expresiones gestuales grotescas y exageradas, tal como si fuera uno envenenado con mercurio, encogiendo y contorsionando el cuerpo.
Sus temas representativos eran la ansiedad, la muerte, el caos, la crítica a la sociedad, la orientación sexual, el dolor y las emociones, y aunque no existe un estilo único, esta danza se reconoce por cuerpos casi desnudos y pintados de blanco, ojos desorbitados y rostro contorsionado, mientras piernas y pies rotan hacia dentro creando imágenes alejadas de los estándares de belleza occidental.
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Ya en 1975, bajo la dirección de Ushio Amagatsu, quien pertenece a la segunda generación de bailarines butoh, se creó la compañía Sankai Juku, convirtiendo a esta danza en una expresión por excelencia de la cultura japonesa. Bajo la guía de Amagatsu, el grupo se ha presentado desde entonces en más de 50 países y colaborado con compañías de Occidente.
La compañía Sankai Juku, de Japón, estará en México para ofrecer dos funciones de su coreografía Kōsa (Entre dos espejos), los días jueves 27 y viernes 28 de octubre a las 20:00 horas en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, como parte de las actividades del 50 Festival Internacional Cervantino Ciudad de México y con el apoyo de la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) y el patrocinio de Shiseido y la Agencia de Asuntos Culturales del gobierno de Japón.
Desde sus inicios, Sankai Juku se presentó en teatros pequeños y vanguardistas de Japón. Su primera gran producción fue Kinkan Shonen en 1978, dándole a la danza butoh una imagen más clara, transparente y telúrica.
Es en esa línea que se inscribe la coreografía Kōsa (Entre dos espejos), la cual se compone de una serie de extractos de piezas del repertorio de Sankai Juku, recién reelaboradas para constituir una obra “con el fin de sacar a la luz la quintaesencia del arte coreográfico de Ushio Amagatsu”, fundador de la compañía responsable de llevar esta danza al resto del mundo.
Kōsa fue elaborada por Amagatsu mientras soportaba la ansiedad por la incertidumbre que causaba la contingencia sanitaria por la Covid-19. Al no usar escenografía, solo danza pura e impresiones visuales filosóficas, Amagatsu consigue que el público entre a su universo con curiosidad y comunión, como él mismo experimentó al crear esas imágenes y emociones.
Cabe señalar que Sankai Juku era conocida como una compañía solamente de hombres, pues en su primera formación, de 50 integrantes solo quedaron tres hombres. El significado de su nombre es, literalmente, “el taller de la montaña y el mar”, haciendo referencia a los dos elementos básicos de la topología de Japón.
Ushio Amagatsu se formó en la Escuela de Danza Clásica y Moderna de Tokio. Tiempo después inició en el butoh y comenzó los talleres que conformarían su compañía de danza Sankai Juku. Además de su papel en el mundo del butoh, Amagatsu creó en 1988, con cinco bailarines occidentales, una pieza llamada Fifth (Quinto).
Escenificó también la creación mundial de la ópera Trois Soeurs, de Peter Eotvos, en Lyon (Ópera de Lyon), París (Théâtre du Chatelet), Bruselas (Théâtre de la Monnaie) y Viena (Wiener Festwochen). También puso en escena la última producción de la ópera Lady Sarashina, también de Peter Eötvös, en la Ópera de Lyon y la Ópera Comique de París. Coreografió asimismo una pieza solista para la bailarina indú Shantala Shivalingappa.