Tess Gunty, Escritora, Sociedad

Nacida en la ciudad de South Bend, en Indiana, en 1993, la estadounidense Tess Gunty es la ganadora más joven de los últimos sesenta años del National Book Award gracias a su primera novela, “La Conejera”, donde ofrece un retrato de la sociedad contemporánea a partir de los residentes de un destartalado bloque de pisos.

En rueda de prensa telemática, desde su casa de Los Ángeles, la escritora ha ahondado en su obra, en la que se adentra en las vidas de unos peculiares vecinos de un bloque de pisos de la ficticia South Bend, que sitúa en su Indiana natal, una zona depauperada y decadente tras el cierre de muchas de las empresas del sector del automóvil que allí había.

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Entiende la novelista que el “modelo extractivista del capitalismo está en todo Occidente, incluso, propagándose más allá”, con lo que es verdad que los problemas económicos, personales o psicológicos que tienen sus personajes no son solo estadounidenses sino universales.

“Estamos en medio de un experimento social tremendo -ha opinado-, en una encrucijada, en la que vemos los efectos del entorno digital en nuestra política, en cómo se plantea el discurso público. Todo ello tiene consecuencias materiales muy fuertes en el mundo y, sobretodo, en Estados Unidos”. Internet es inmaterial, pero tiene consecuencias materiales

Tess Gunty ha reflexionado sobre que hay teorías de la extrema derecha “con mucho éxito y que comportan consecuencias reales, desde asesinatos a tiroteos, porque lo que ocurre en Internet es inmaterial, pero tiene consecuencias materiales, y eso es lo que me interesa”.

En “La Conejera”, publicada en castellano por Sexto Piso y en catalán por Edicions de 1984, sigue a varios personajes durante tres días de un caluroso mes de julio, aunque el que más peso tiene es la joven Blandine, “la heroína que quería ver en la literatura, cuando la empecé a escribir con 22 años”.

Durante cinco años ha ido amasando este artefacto literario, con esta joven al frente de la historia, alguien que “insiste en ser la protagonista de su propia vida y que se me presentó con claridad, porque me apareció un día y la vi bebiendo una bebida azul en una gasolinera”.

En aquel momento, se dio cuenta de que era una muchacha que “llevaba tiempo sin dormir y supe, en seguida, que era un personaje de carácter etéreo, espectral, mística, aunque no necesariamente religiosa. Fue el disfrute del libro, siempre mostrándose con claridad, un personaje muy activo, al que le di la fortaleza que siempre he admirado en los demás. La hecho en falta ahora”.

La relación que tiene con el misticismo le interesó porque “lo trata no tanto como una práctica espiritual que viene de la teología o de una religión concreta, sino que lo que le interesa es alcanzar el éxtasis divino respecto a lo que lee. Es alguien atrapado en su cuerpo, que creció bajo la tutela del Estado, sin familia, sin otras vías de escape, pero cuando encuentra la descripción de lo que es el éxtasis divino, ve allí una escapatoria”.

El ecologismo, el urbanismo desaforado, la soledad o la pobreza son otras cuestiones que aparecen en la obra.

“Ahora mismo, tengo la sensación de que hay mucha presión para vivir o habitar solo las cualidades del yo, de que nos quedemos en una perspectiva muy restringida, muy estrecha, de todo. Yo quería hacer algo más colectivo, coral, comunitario”, ha precisado.

Es por ello que a Blandine, de dieciocho años, la acompañan otros personajes, desde un profesor bastante mayor a ella, a sus otros vecinos, como una joven madre con un secreto inconfesable, una septuagenaria que lleva a su marido a batallar con los vecinos por unos ratones, u otros tres adolescentes, criados también en hogares de acogida.

Tess Gunty ha argumentado que “gran parte de los problemas sociales que investigo en el libro, a menudo, vienen provocados por el individualismo extremo”.

A la vez, buscaba una novela “con un ecosistema muy diverso, quería celebrar algo inclusivo, comunitario”.

El consentimiento es algo que aborda, asimismo, e “ir más allá de eso, porque en la ética de una interacción sexual hay más cartas sobre la mesa”.

Tess Gunty acaba de regresar de una residencia de escritura, donde ha estado trabajando en su segunda novela. 

EFE

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