El sector del libro atraviesa en Valencia una de las páginas más negras de su historia. Cientos de miles de ejemplares han sido destruidos, se han perdido los que había, con sus recuerdos pegados en cada página, en los cientos de casas destruidas, y los que esperaban dueño en la decena de pequeñas librerías afectadas y en almacenes de distribución de editoriales.
Pero la dana también ha arrasado los libros que entraban y salían de más de una docena de bibliotecas públicas municipales y de centros escolares. Ya han surgido iniciativas virtuales que animan a comprar, por internet, a ocho librerías asoladas por la dana en Paiporta, Benetússer, Catarroja, Aldaia, Algemesí o l’Alcudia.
Vecino de Aldaia, Fran Guaita guardaba en casa de su madre los números de Tintín con los que pasó horas de niño a la espera de que sus hijos pudieran empezar a leerlos. “El dolor emocional es mucho peor que el material”, asegura.
Como la suya, hay miles de historias de herencias truncadas. De entre las afectadas, la librería Moixeranga de Paiporta es, seguramente, la que más. Esta librería nacida en 1978 y referente de L’Horta Sud, una comarca donde viven casi medio millón de personas, ha perdido hasta las paredes, que salieron despedidas por la fuerza del agua. “La librería estaba llena de libros, preparando la campaña de Navidad. Somos referentes de la comarca, porque fuimos la primera que se montó. Antes los libros se compraban en València. Desde aquí hemos surtido a todas las bibliotecas y a todos los colegios de la comarca”, explica Donís Alba. “La cantidad la sabremos cuando los que nos llevan la contabilidad nos digan lo que habíamos comprado. Ya no nos queda nada. Se han perdido los ordenadores y todo, salvo lo que hay en un altillo”. Su mujer, Gloria Mañas, es la propietaria y ha sido presidenta del Gremi de Llibrers y fundadora de la confederación estatal. Estos días, cuenta a Efe Donís, les han llovido los ofrecimientos particulares de ayuda para reflotar “un negocio que fue e iba viento en popa”. Su idea es agrupar el dinero donado en una cuenta de la que sus benefactores vayan gastando en libros sus donaciones. “Lo que quiero es reconstruir la clientela. ¿Quieres invertir, en regalos para tus familiares, hijos y sobrinos? ¿Te quieres gastar mil euros? Pues aquí tienes una cuenta corriente e irás gastándote de los libros que te lleves”.
En un primer recuento el Gremi de Llibrers de Valencia ha confirmado que diez pequeñas librerías resultaron afectadas, principalmente en la comarca de L’Horta Sud. Su director técnico, Pau Pertegaz, explica que la valoración de daños de las más afectadas apunta a pérdidas de casi 150.000 euros. Eso sí, augura que todas regresarán. “Todas tienen intención de volver a la vida. Lo hemos hablado con ellas. Cada una tiene su situación particular, pero entre su empuje, lo que les aportemos como solidaridad y las ayudas creo que podrán hacerlo. Nadie quiere bajar las persianas definitivamente”.
Las librerías tienen libros en depósito, los pagan cuando los venden y si no los devuelven, pero ahora deberán hacerse cargo de su precio como si los hubieran vendido. Eso en parte le ha pasado a L’Esplai Llibres de L’Alcudia, que ha conseguido reabrir este miércoles pese a que les entró un palmo de barro. Estaban dispuestos a abrir “como fuera” y lo han logrado con la ayuda de muchos amigos y vecinos, pero asumen que vienen “tiempos difíciles”. El Gremi está ofreciendo asesoramiento a sus agremiados y a los que no lo son. De momento, desde la Confederación estatal se ha puesto en marcha una iniciativa para que este 11 de noviembre, el Día de las Librerías, se dedique el 5 % de la recaudación a ayudar a la reconstrucción de las tiendas afectadas por esta dana.
Un escalón por encima están las editoriales. Las hay que tenían sus oficinas en los pueblos afectados, como Camacuc, también en Paiporta, un proyecto familiar que edita una revista mensual de cómics para niños y niñas y que celebraba sus cuarenta años de historia. Se ha quedado sin nada. “Nos queda la furgoneta y el teléfono, del resto no han quedado ni los lápices. El agua subió dos metros y medio en una oficina a pie de calle. Hemos perdido todo el papel, incluidos los originales de los autores de todo este tiempo y había algunos muy significativos, y se ha llevado todo, también todo lo digital”, explica su responsable, Joan Escrivà. Les quedan también las ganas: “Haremos un Camacuc más bonito aún”, anuncia. Pero les hará falta tiempo. Ahora tratan de recuperar el número de noviembre, que enviaron para corregir. “Hemos de comenzar de cero y planteárnoslo todo. La contabilidad, los suscriptores… Pero lo primero es volver a casa, que la tenemos también empastrada”, explica.
Grandes editoriales como L’Andana también han sufrido daños. Esta última ha avanzado que en el almacén propio, donde se guardaban unos 100.000 ejemplares, el agua destruyó un 30 % de su inventario, una pérdida a la que suman los 10.000 que tenían en el de la distribuidora GEA Llibres en Riba-roja. Esa enorme nave acogía los fondos de decenas de editoriales valencianas. Las hay grandes, como Bromera, que ha confirmado que tenía más de 300.000 ejemplares de todos sus sellos en ese almacén. Allí guardaba también buena parte de su fondo Sembra Llibres, una pequeña cooperativa. Samuel Fenollosa, uno de sus miembros, explica que les avisaron de que había entrado agua pero que no fue hasta el lunes, al poder acceder los propios trabajadores, cuando les transmitieron una primera idea de los daños. “El fin de semana todo el mundo nos fuimos a ayudar, sobre el terreno, en cuestiones logísticas o en redes de apoyo. Cuando el lunes nos lo dijeron y vimos el daño fue un palo gordo. Tendremos unos 20.000 libros allí, es mucho material, mucho dinero”.