Un restaurador de muebles británico, apoyado por dos profesores de la Universidad de Durham (Reino Unido), hizo un descubrimiento sobre una de las funciones cruciales de la pintura prehistórica, que ha ayudado a comprender cómo los cazadores y recolectores de la Edad de Hielo registraban información sobre su entorno para sobrevivir.

En colaboración con un equipo de especialistas en decodificación de dibujos, demostraron que hace al menos 20.000 años los antiguos europeos tomaban notas sobre los animales y los tiempos de sus ciclos de reproducción, detalla un comunicado de la universidad.

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Hasta el día de hoy, se han encontrado numerosas pinturas rupestres de renos, peces, bisontes y uro –ganado vacuno ya extinguido– en cuevas de toda Europa. Los arqueólogos sabían desde hacía tiempo que las secuencias de puntos, líneas y otras marcas de los dibujos tenían un significado, pero nadie podía descifrarlas. Así que Bacon, ajeno a las ciencias históricas, decidió tratar de entender estos signos.

Tras pasar muchas horas consultando imágenes de pinturas rupestres en Internet y libros, el restaurador empezó a buscar patrones repetitivos y se interesó, sobre todo, en el signo ‘Y’, que supuso que podría significar ‘dar a luz’ porque mostraba una línea que procedía de otras dos.

Más tarde, Bacon procedió a contactar al paleontólogo Paul Pettitt y al catedrático de psicología Robert Kentridge para compartir con ellos su teoría acerca de los dibujos. Los científicos se comprometieron a desarrollar las ideas de Bacon juntos.

Así, calculando los ciclos de nacimiento de animales modernos, los investigadores dedujeron que el número de marcas en las pinturas era un registro, por mes lunar, de las temporadas de apareamiento de los animales, según su estudio publicado este jueves en la revista Cambridge Archaeological Journal.

“Se trata de un estudio fascinante que ha reunido a investigadores independientes y profesionales”, dijo Pettit. “Los resultados muestran que los cazadores y recolectores de la Edad de Hielo fueron los primeros en utilizar un calendario sistemático y marcas para registrar información sobre los principales acontecimientos ecológicos dentro de ese calendario”, explicó el paleontólogo. Además, agregó que nuestros ancestros nos dejaron constancia de “una forma temprana de medir el tiempo que acabaría convirtiéndose en algo habitual entre nuestra especie”.

“A medida que nos adentramos en su mundo, descubrimos que estos antiguos antepasados son mucho más parecidos a nosotros de lo que habíamos pensado: estas personas, separadas de nosotros por muchos milenios, de repente están mucho más cerca”, afirmó Bacon, cuyo interés por el enigma llevó a un importante descubrimiento científico.

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