Una pandemia, además de renovar el rol central del Estado ante una crisis sanitaria, puede intensificar tendencias autoritarias preexistentes o reafirmar el ejercicio de una legítima autoridad ya consensuada con la sociedad, depende del país que se trate, considera el historiador argentino Diego Armus.

El autor del libro La ciudad impura: salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950, participó este martes en el ciclo de conferencias Epidemias, pandemias y Covid-19 desde la historia, que organiza el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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En su intervención, el investigador señaló que estamos viendo en el mundo “todos los estilos de gobierno confrontando la crisis sanitaria, los cuales despliegan intervenciones que pueden ir del relativo éxito al fracaso”.

Ante ello, continuó, “algunas sociedades y culturas navegan con paciencia y resiliencia los tiempos de epidemia donde faltan las certezas. Otras no, porque confían menos en la ciencia, en la medicina o en sus gobiernos, o porque no han logrado capitalizar experiencias epidémicas previas y entender que estos eventos extraordinarios son en gran medida inevitables pero, también, empiezan y terminan.”

Armus insistió en que “navegar la incertidumbre de esta pandemia y de las que vendrán, no es ni será sencillo”, pues no siempre hay aprendizajes, aún cuando estas crisis sanitarias “además de traer muerte y colosales desbarajustes económicos, logran desnudar aberrantes desigualdades sociales”.

Si bien la experiencia puede dejar “legados, esperanzadores unas veces, irritantes otras”, son “muy distintos de los vaticinios del ‘ya nada será igual’ que pueblan muchas de las reacciones frente a la actual pandemia”, puntualizó el especialista.

“Y tal como ocurrió con otras pandemias y epidemias, se trata de un acontecimiento que tal vez pueda llevar a los gobiernos a establecer la salud colectiva como prioridad de Estado y de ese modo enfrentar las incertidumbres de futuras nuevas epidemias con mas y mejores recursos.

“O invitar a las clases políticas, a nivel nacional e internacional, a consensuar acuerdos básicos que prioricen el bien común, en el que puedan convivir diferentes ideologías. Tal vez, y es un tal vez en letras mayúsculas y cargado de escepticismo, puesto que el presente y el futuro no son muy buenos alumnos del pasado”.

El investigador precisó que la historia “no es escuela del presente, no da lecciones y no puede definir una detallada hoja de ruta para evitar equivocaciones. Solo puede ofrecer lineamientos generales, esbozar un sentido de complejidad de la experiencia social e individual en el pasado”.

Es así como la pandemia de Covid-19 es “un evento público extraordinario de notable intensidad y dramatismo que pone al descubierto la distancia entre la experiencia individual y social, y el modo en que se la narra. Al final de la segunda década del siglo XXI, con una abundancia que no pocas veces satura y en medio del desastre sanitario, social y económico, se escribe, lee y escucha la pandemia en tiempo real.

“Aparecen novedosos sitios de Internet donde quienes han sufrido y sobrevivido la enfermedad revelan sus mundos íntimos en un tiempo marcado por la desazón y perplejidad colectivas, narrativas que carecen de pretensiones pontificadoras o ambiciones prescriptivas, a diferencia de otras.

“Pues estos tiempos, nebulosos e inciertos, habilitan también a quienes creen tener algo que decir, a quienes están, por los motivos que fueran, acostumbrados a opinar públicamente, a quienes no titubean en hacer vaticinios de todo tipo.

“Se trata de narrativas inevitablemente improvisadas, las más de las veces sinceras y legítimas. Algunas cautelosas, otras son lecturas montadas sobre teorías conspirativas, o comentarios irresponsables, o reflexiones que por su audacia motivan dudas. Hay de todo. La pandemia se recorta como un parteaguas a partir del cual se imagina el futuro que se quiere o se teme. Lo que tienen en común casi todas estas narrativas es la incomodidad o incapacidad de lidiar con las incertidumbres de la coyuntura epidémica”, concluyó el historiador.

La próxima conferencia será el 10 de septiembre, a cargo de América Molina del Villar, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).

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