Aunque Le dedico mi silencio, que llega este jueves a las librerías, será la última novela de Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de Literatura asegura que seguirá escribiendo hasta el último día de su vida: “Ojalá me alcancen las fuerzas para seguir haciéndolo”.

“Eso sería mi ideal: morir en medio de una palabra que se quedó sin terminar…”, indica Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) en una entrevista por cuestionario con un reducido grupo de periodistas con motivo de la publicación de esta novela, la vigésima, 60 años después de la primera de ellas, La ciudad y los perros.

Le dedico mi silencio sale publicada por la editorial Alfaguara simultáneamente en todos los territorios de habla hispana, una historia ambientada en el Perú natal del autor sobre un hombre que soñó un país unido por la música y que enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara.

Será su última novela porque escribir una le lleva tres o cuatro años. “Y, aunque me crea un Matusalén, no aspiro a vivir tanto. Así que he terminado esta historia, a la que le tengo mucho cariño, pero seguiré escribiendo (ahora estoy trabajando en un ensayo sobre Sartre, que tuvo mucha influencia en mi juventud) hasta el último día de mi vida”, sostiene el autor, que advierte al final de Le dedico mi silencio que estos dos textos serán los últimos.

“He llegado a mis 87 años muy tranquilo y trabajando hasta el hartazgo. Me parece que voy a cumplir aquello de quedarme con un lapicero en la mano”, dice el autor, que dedica su última novela a su exmujer, prima y madre de sus tres hijos, Patricia.

Sobre su vida privada, Vargas Llosa reconoce que le molesta “que la chismografía se haya apoderado” de una parte de su vida, pero dice que no le preocupa ni le ofende: “Lo importante para mí serán siempre las novelas y los ensayos, la cultura y las ideas liberales que llevo años defendiendo. La gente que tiene claras esas prioridades no hace caso a las tonterías que dice cierta prensa sobre mi vida, y que con frecuencia son inventadas”.

Destaca la suerte que tiene de dedicar su vida a lo que le gusta, la literatura, y explica que las personas que más admira han sido los escritores que han continuado hasta el último instante imaginando historias.

“De todas formas, la literatura es una vocación y si uno no se entrega a su vocación, vive frustrado. Siempre digo que la gente más infeliz que he conocido es gente que no hacía lo que le gustaba”, sostiene Vargas Llosa.

Se muestra muy orgulloso de esta novela porque expone un motivo de orgullo de su cultura “y la música es parte esencial en ella. Hay música en algunas novelas mías, pero en ninguna había sido tan importante ni había sido un asunto central”, indica el escritor. Explica que la música “es una expresión de un pueblo que se felicita a sí mismo cantando y bailando”. “Ojalá que en Perú asumiéramos nuestras virtudes en el campo musical”, explica.

“Estoy muy contento de haberla escrito, pero me gustaría que levantara la ilusión de los peruanos que la lean. Que descubran que El Perú, ese país tan querido, fue grande y volverá a hacerlo si un día nos ponemos a ello. Y que el arte y la cultura pueden lograr lo que la política no ha sido capaz de conseguir, que es hacer que gentes de distintos estratos se identifiquen con una misma forma de expresión cultural”, recalca Vargas Llosa.

A pesar de los conflictos internacionales que se viven en la actualidad, Vargas Llosa considera que no hay que aceptar las predicciones pesimistas porque “los problemas se van resolviendo poco a poco, a pesar de que unos pocos locos insistan en esas masacres horrendas”.

No obstante, y ante “las últimas desgracias” como “la ocurrencia de Vladimir Putin de apoderarse de Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina, no deben mantenernos indiferentes”: “Debemos apoyar a quienes, como los ucranianos, están dando la batalla con mucho coraje por un mundo libre”.

Y no pierde la esperanza “de que se llegue a un acuerdo en Oriente Medio que detenga el terrorismo islamista contra Israel y que haga justicia a los palestinos, que han sufrido mucho, asunto sobre el que he escrito mucho. Ojalá se logre evitar que sigan los bombardeos contra Gaza”, desea.

Según Vargas Llosa, la literatura “es una mentira que nos permite vivir. Las otras mentiras perjudican la vida política y social, y nos impiden informarnos adecuadamente y tomar las decisiones correctas. Esa es la gran diferencia. La mentira literaria encierra grandes verdades, pero de esa forma soslayada, escondida, al revés de lo que ocurre en la mentira informativa. Me gusta decir que cuando investigo una novela, procuro informarme bien acerca de la realidad sobre la que pretendo escribir para luego mentir con conocimiento de causa a través de la ficción”.

También habla de la cultura de la cancelación, que considera “un grave atentado a la libertad de expresión y de pensamiento”.

“Es una tragedia que se dé en tantas universidades y en el mundo cultural, donde hemos visto libros y obras de arte retiradas de circulación por culpa de una censura absurda. Hemos visto a muchos escritores, ensayistas y expositores en general impedidos de expresarse en lugares a los que habían sido invitados porque sostenían opiniones que la verdad única juzgaba inaceptables”, lamenta.

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