El gran Cantinflas, quien difundió su humor por todo el mundo, hizo innumerables personajes en distintas películas en las que se ocupó en hacer reír a varias generaciones. Sin embargo, uno de esos films llegó a oídos del Papa Paulo VI, por lo que fue pedido expresamente por el Vaticano, en tiempos en que la Iglesia Católica si bien se había ajironado con Juan XXIII, aún mantenía rigurosas costumbres y controles.

La producción de Cantinflas fue solicitada con el fin de ser vista y revisada. Eran tiempos en donde la Iglesia Católica, tenía voz y voto en cualquier parte del mundo, a la hora de aprobar o bajarle el pulgar a producciones artísticas y culturales, iniciativas científicas y expresiones populares a través de los famosos consejos o comité de ética y moral, donde velaba por los principios cristianos.

Fue en 1964 cuando Cantinflas interpretó un papel delicado para una comedia. Se trataba de un sacerdote de pueblo, de carácter jovial y muy divertido, que cantaba el Ave María con ritmos musicales modernos, jugaba barajas, y se daba el gusto de disfrutar de hábitos mundanos, todas acciones que en ese entonces no se consideraban muy apropiadas para un hombre de Dios.

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La película de Cantinflas se llamó “El Padrecito” y fue un verdadero éxito, estuvo meses en cartel, tanto en México como en el extranjero, y por su puesto llamó la atención del papado. El Vaticano no tardó en pedir el film para escudriñarlo y dar su veredicto. ¿Y qué sucedió? Les encantó la comedia, a tal punto que lejos de censurarla, le dieron su aprobación.

El Vaticano pidió una copia del film para tenerla en sus archivos, tarea que el propio Cantinflas se ocupó en cumplir enviándoles el original. El film fue considerado como uno de los más taquilleros del gran cómico mexicano. Tuvo altísima repercusión en todos los países de habla hispana y batió récords en España

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