América vs Pumas, una combinación que desborda pasión. Considerado el Clásico Capitalino, azulcremas y universitarios dan vida a un partido que suele salir de la norma en el futbol mexicano: es emocionante y muy pocas veces queda a deber. Pero el furor que causa también tiene lados negativos. No se puede ignorar la violencia que ha acompañado a muchos partidos históricamente y, para sufrimiento de los fans, este encuentro es un manjar que los revendedores esperan con ansias cada seis meses.
Los fans deben lidiar con ese problema en cada oportunidad. Y no importa que la venta de boletos se reparta: algunos para taquilla y otros por vía digital. De todas formas, la reventa puede hacerse físicamente, el método más tradicional, y también digitalmente, en plataformas que operan de manera legal como StubHub. En este sitio, por ejemplo, un boleto para las zonas denominadas como “400, 500, 600” puede comprarse en 2 mil 175 pesos. El precio original era de 280 pesos. Ni siquiera el boleto más caro, asientos del club, cuesta eso, pues se podía comprar por mil 600 pesos.
Y además, hay un aspecto que, en esta ocasión, quedó grabado. Reforma publicó un video en el que se evidencia la protección de la que gozan los revendedores. La gente asistió a las taquillas del Estadio Azteca para tratar de conseguir un boleto —algunos reportaron que llevaban cuatro horas formados en la fila—. En ese lugar, los fans reconocieron a algunos revendedores y le pidieron a la policía que los sacara de la fila. La molestia era generalizada al saber que los boletos iban a terminarse y ni la espera de cuatro hora había sido suficiente.
En un principio, la reacción de la policía fue sacar a una persona de las que eran señaladas como revendedores. Pero el seguimiento de Reforma dejó ver que a esa misma persona se le dejó pasar posteriormente por un acceso trasero en el que incluso esperó menos tiempo, con la aprobación de la policía, y finalmente sí pudo comprar los boletos.
Pero el descaro quedó firmado por completo, porque el sujeto pasó por otras dos taquillas para comprar más boletos. Y cuando salió del área de las taquillas, en las mismas inmediaciones del Azteca se puso a revender los boletos que adquirió: el precio pasó de 280 pesos, el más económico, a 800 pesos. Aunque se tenga conocimientos de quiénes son, por lo hacen sin ningún rubor ante cámaras y en evidencia, las autoridades no hacen nada para acabar con este problema.
Si la Liga MX se preocupara por su espectáculo, y más por un partido de importancia, le exigiría o trabajaría en conjunto con la policía para cuidar esto y que los fans puedan acceder al partido de manera leal. Este problema es añejo. Pero si ni siquiera se puede hablar de garantía cuando la Liga aplica su más reciente y estelar medida, el Fan ID, mucho menos se hará cargo de un problema que ha aceptado como normal. Y también la reventa en digital abona al problema, porque las quejas sobre estafas son recurrentes.
El año pasado el influencer Luisito Comunica denunció que compró boletos falsos en StubHub para un concierto de Daddy Yankee. En 2017, en Inglaterra un grupo de fans se quejó de una estafa con boletos falsos para ver un partido del Manchester City. Lo mismo ha pasado con otros espectáculos en México. En 2019 la plataforma publicó un estudio en el que estableció que un 66% de quienes vendían boletos no subían el precio de los boletos, como si eso fuera un gran mérito, obviando que ese 34% no es poca cosa y menos cuando se toman en cuenta los excesivos aumentos del precio inicial y las estafas que han sido denunciadas.
El problema, que anida una incoherencia difícil de entender, es que revender en línea no es delito, cuando en físico sí lo es. Pero al final del día da lo mismo: en el contexto en el que sí debería penarse, la práctica se hace sin ningún disimulo y con la aprobación y hasta apoyo de la policía.