La inmediatez en la difusión de todas las noticias producidas por los divos del deporte a través de los supersónicos medios de estos días no deja de sorprendernos. Parte de esto emergió de las reflexiones vertidas por el mexicano Saúl Canelo Alvarez, el boxeador más popular de estos días –pese a ser relegado del liderazgo de los talentos, del número 1, por el japonés Naoya Inoue–, en los estudios de Azteca TV, con la que tiene contratos millonarios.
“Le hubiese ganado con toda seguridad a Carlos Monzón, a Ray Sugar Robinson o a Jake LaMotta”, expresó sin inmutarse ante las preguntas formuladas por Eduardo Lamazón, “Don Lama”, nacido en Santa Fe, Argentina, y nacionalizado mexicano, consagrado comentarista de ese canal desde hace dos décadas. Lamazón tiene una relación ríspida con Canelo, tras puntuar en su contra los combates ante el puertorriqueño Miguel Cotto (2015) y la revancha con Gennady Golovkin (2018), viéndolo perder con claridad pese a la victoria que le otorgaron los jurados. Y el publico apoyó al periodista en aquellas ocasiones.
A las agrias amenazas vertidas por Canelo hacia el futbolista argentino Lionel Messi, tiempo atrás, en pleno mundial de fútbol 2022, solo acopló tibias disculpas posteriormente. Ahora crea una rivalidad temporal con otro de los deportistas más trascendentes de la historia argentina, Monzón, además de minimizar a otros dos púgiles indiscutidos como Robinson y LaMotta en el historial del peso mediano, cuya corona ostentó entre 2015 y 2018.
¿Por qué Canelo es tan insolente con los referentes deportivos de Argentina? No podemos saberlo. Es algo propio y personal. Mas aún, es amable y respetuoso en las entrevistas periodísticas que compartimos desde su pelea con Floyd Mayweather, en 2013, hasta hoy. Además, su entrenador, Eddy Reinoso, es un entusiasta cantante de tangos, admira al entrenador santafecino Amílcar Brusa –se persigna cada vez que se lo nombra– y promete visitar el país en cualquier momento. ¿Por qué actúan así, entonces? Contra Messi, contra Monzón…
¿Tenía chances Canelo contra Monzón?
Ninguna. Hubiese sido un combate muy parecido a Canelo-Golovkin II. La diferencia de alcance de Monzón hubiera gravitado, como así también la dureza de sus golpes; por decantación y evolución sobre un Canelo lento y físicamente chico para los 72.500 kilos. Monzón lo hubiese dominado con claridad. ¿Y ante Robinson? Menos aún. Robinson, el mejor de la historia en todos los pesos, hubiese decidido cómo y cuándo ganarle.
Canelo no anunció lo que todos esperaban: el rival para el 4 de mayo próximo, en Las Vegas, por el título unificado supermediano. ¿Por qué? El gran candidato, el estadounidense Jermall Charlo, campeón mediano del CMB y hermano mellizo de Jermell –su último retador–, apareció festejando el día de San Valentín lejos del gimnasio, entre copas y mujeres, llenando de dudas esta futura confrontación. ¿Será el turno de su compatriota Jaime Munguía? ¿Interesa esta pelea? A muy pocos. ¿Por qué no enfrenta a David Benavidez? ¡Todos quieren ver ese match! Olvídense de eso.
Canelo, a los 33 años, crea polémicas con sus declaraciones. Suma likes, corazones y pulgares para arriba y para abajo en las redes sociales. Pero en el mundo real, en la industria del boxeo, comienza a instaurar incertidumbres. Sobre todo, en la valía de su próxima pelea. Y allí están las claves para seguir creyendo en él.