César Montes se ha afianzado como titular en el Espayol de Barcelona desde su llegada al futbol ibérico, en enero pasado. El central mexicano de 26 años no sólo se ha limitado a funciones defensivas, su prioridad, sino que ya ha tenido oportunidad de anotar y lo hizo de un modo muy peculiar: con una chilena ante el Betis. Aunque su equipo perdió, el detalle quedó ahí y le mereció varios elogios. Al finalizar el encuentro, Montes dio una entrevista para DAZN en la que habló del tema.

“En lo personal, (fue) inolvidable por ser mi primer gol. Más allá de eso, dolido por el resultado. De poco ayuda para el equipo, que es lo más importante en estos momentos”, dijo el exjugador de Rayados. Pero lo que más llamó la atención no fue el contenido de sus palabras, sino la forma: con un marcado acento español. Y eso, desde luego, no pasó inadvertido para los críticos de redes sociales, que empezaron a tundir a Montes por haber adoptado el acento español tan rápido.

Desde la incredulidad por el poco tiempo que lleva (cuatro meses) hasta a hablar de complejos de inferioridad. Pero en realidad esas críticas no podrían ser más injustas ni imprecisas. Cuando un mexicano llega a otro país, en este caso España, puede asimilar el acento del lugar de maneral natural y eso no quiere decir que se esté olvidando de ser mexicano o que “se le haya subido” y quiera aparentar ser de una nacionalidad ajena.

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Así lo explicó el académico de la UNAM Javier Cuétara Priede en una entrevista de 2016 con Verne. “El acento dialectal, sobre todo cuando es muy marcado, es muy fácil de adoptar de manera inconsciente. Esto, cuando se trata de una variante de la propia lengua materna. Ambas maneras, consciente o inconsciente, son respuestas de nuestro sistema para mejorar nuestra interacción con otros”, explicó. Cuétara también señaló que resulta común adoptar modismos del lugar al que se arriba, además del acento dialectal, para que la comunicación sea más fluida.

“Para hacerse entender, se adoptan formas lingüísticas de la población en la que uno se encuentra. Si estoy en España, por ejemplo, y me quiero dar a entender, pido un culín para un vaso de vino [se usa esta expresión en ciertas zonas de España] o un cortado por un café espresso con leche”, ahondó el catedrático. En dicho reportaje de Verne también se cita el estudio de la psicóloga Jennifer S. Pardo, realizado en Barnard College, Nueva Jersey, y que brinda más luz sobre por qué se imita la forma de hablar de personas cercanas.

Según se observó en una habitación de la universidad, las personas que habitaban ahí tendían a aproximarse en su forma de hablar. “La convergencia fonética puede contribuir a una comprensión mutua y/o un rapport (relación armónica o en la que hay empatía entre las partes) al disminuir la distancia social”, fue una de las conclusiones de Pardo.

Las críticas para los mexicanos que se van a España y “hablan como españoles” han sido comunes desde la época de Hugo Sánchez y también las han padecido Maribel Domínguez, Rafa Márquez, Kenti Robles y Carlos Vela. Pero, como se puede ver, eso no tiene nada de malo y no es sino el reflejo de cómo ellos, como cualquier persona, se adaptaron al entorno y trataron de tener mayor cercanía con las personas con las que convivieron todos los días.

Se puede hablar de otros casos que no pierden la marca en sus acentos de origen, como los futbolistas argentinos que viajan a España (Messi, el más mencionado), o el ejemplo de Luis Roberto Alves Zague, nacido en Ciudad de México, que vivió durante su infancia y pubertad en Brasil y adoptó el acento portugués y no lo ha cambiado en más de cuarenta años que lleva en México. Pero cada caso tiene una particularidad y, en ese sentido, también podría citarse a Santiago Giménez, que nació en Argentina, vivió ahí hasta los tres años, sus padres jamás perdieron el acento argentino —es en los primeros años de vida cuando se define la forma de ejecutar un acento—; y él, sin embargo, no mantiene ese acento y la gente percibe su forma de hablar como neutra.

De cualquier modo, no se puede establecer una comparación directa con esos ejemplos, porque hay variaciones en el acento (el argentino, como el uruguayo, es mucho más marcado). Y en el caso de los mexicanos que van a otro país y deben hablar el mismo idioma, español, ya lo dejó dicho Cuétara: se adopta el acento para tener mayor cercanía con los habitantes del lugar al que se llega. No tiene por qué ser motivo de burla ni de críticas porque simplemente no tiene nada de malo.

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