Gerardo Martino comete pecados mortales todos los días. Al menos ante los los ojos de los implacables aficionados mexicanos. El entrenador de la Selección Mexicana fue captado el sábado junto a Lionel Scaloni, su homólogo, amigo personal, y futuro rival en Qatar 2022. En redes sociales, la indignación no se hizo esperar. ¿Cómo era posible que el Tata prefiriera ver un partido entre Newell’s y Racing en vez de estar en México atento al torneo local?
Se ha llegado al punto del no retorno. A Martino se le critica sin piedad por todo. Lo mismo que sucedió con Juan Carlos Osorio hace cuatro años. Así es siempre, las reglas del juego están diseñadas para descargar furia y traumas con el desdichado entrenador nacional de turno. Tan fácil que sería dejar de hacer corajes y no darle atención al Tri. Pero no, como buenos dueños de la verdad, prensa y afición se coluden al extremo en contextos como el actual para dar rienda suelta a un sinfín de juicios moralinos, ignorantes y ultranacionalistas.
Martino puede ver los partidos después. No estamos en el siglo XIX. Se los pueden grabar, los puede consultar en programas de scouting, para revisarlos y ver cuándo y dónde quiera. Por favor, que la tecnología ha avanzado mucho, eh. Incluso, ante la ola de indignación (sí, recordemos una vez más: la gente se enojó porque Martino viajó a su país), la página del Tri optó por aclarar que en todos los partidos del campeonato hay algún integrante del cuerpo técnico.
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La fotografía junto a Scaloni fue la coartada perfecta de aquellos que suponen, sin ningún rasgo de sentido común, que el Tata no ve los partidos de la Liga MX y por eso no convoca a los jugadores que debería convocar para que, por fin, México pueda dejar la mediocridad y se instale entre la élite futbolística global. Ese es el secreto, ingenuos, convocar a todos los jugadores que Twitter reclama. Ya solo basta darles un par de indicaciones y ellos se encargarán de bajar nubes y estrellas.
Como si Aldo Rocha, Jeremy Márquez o Luis Reyes fueran jugadores superdotados y capaces de cambiar el destino del tricolor. No. No lo son y convendría dejar de engañarse. Vamos, si Argentina no ha podido ganar un Mundial con Messi, ¿por qué México pasaría al quinto partido con ellos? Es verdad que nadie entiende por qué convoca a Jesús Gallardo, por ejemplo, pero de esos casos hay en cualquier lado. En realidad, Martino está haciendo lo que hacen todos los entrenadores del mundo: confiar en su base de jugadores.
“Pensé que lo fácil era escoger a los mejores 23 jugadores. Hay que seleccionar a los mejores 23 para hacer el mejor equipo. Eso no quiere decir que sean los mejores jugadores”, dijo Roberto Martínez, seleccionador de Bélgica en charla con Fernando Palomo. Y otros más piensan parecido. “Ser seleccionador no es llevar a los que tú creas que son los mejores. Formar un equipo no es tomar a los once mejores jugadores, eso lo puede hacer cualquiera. Hay que buscar una coreografía”, ha opinado Luis Enrique, entrenador de España, en un video institucional.
Al final, nadie puede negar que el proceso del Tata ha decaído y que el funcionamiento colectivo es deficiente. Pero las normas y actitudes a nivel internacional enmarcan que Martino no ha cometido locura alguna. Y si en el Mundial su selección llega a brindar un papel digno, no faltarán los ridículos que le pedirán perdón. Pero hoy las cosas están claras: se le seguirá acribillando por todo lo que haga y no haga. En la mente de los fanáticos, Martino es un esclavo que debe complacer todas las exigencias. Porque los fanáticos saben mucho de futbol y porque son muy mexicanos.