La Liga MX puede decirse congratulada en la actualidad. Durante los 149 partidos del Clausura 2023, que ha terminado en su fase regular, asistieron a los estadios del futbol mexicano un total de 3 millones 449 mil 679, según cifras oficiales del campeonato mexicano. En total fueron 153 partidos, pero cuatro de ellos se jugaron a puerta cerrada (en Querétaro). En promedio, hubo 23 mil 152 aficionados por partido. Estos números son sanos para el futbol mexicano si se toma en cuenta que es la cifra más alta desde el Clausura 2018.
En aquel torneo hubo un total de 3 millones 649 mil 937 de asistentes durante las 17 jornadas del campeonato regular. En el torneo anterior, el Apertura 2022, la cifra fue de 2 millones 979 mil espectadores. Y en el Clausura 2022 hubo 2 millones 500 mil asistentes. Como se puede ver, el aumento es constante y refleja que a la afición le gusta ir al estadio. Es cierto que la pandemia jugó en contra de la asistencia durante un año y medio (se canceló el Clausura 2020 y los torneos Apertura 2020 y Clausura 2021 se jugaron con diversas restricciones para el público), pero la tendencia ha ido a la alta.
El último torneo que se jugó completo antes de la pandemia fue el Apertura 2019. En ese campeonato hubo una asistencia promedio de 22 mil aficionados 741 en fase regular. En el Clausura 2019 el promedio de asistencia fue de 22 mil 661. La cifra del actual torneo supera esos números de la ‘vieja normalidad’ y no se veían desde hace cinco años. También hubo números muy buenos a nivel de rating: el partido entre América y Chivas de la Jornada 12 tuvo un total de 8.9 millones de espectadores (4.8 millones para Televisa y 4.1 millones para TV Azteca, según cifras de la propia televisora de Chapultepec).
El futbol mexicano pasa por una crisis visible que se agudizó, o al menos encontró su expresión más fiel, en el Mundial de Qatar 2022. Y el rechazo de la afición hacia diversas prácticas fue unánime: nadie podía tener duda de que debía haber cambios radicales para evitar que se repitiera lo visto en el Mundial y, sobre todo, tomando en cuenta que el Mundial de 2026, en casa, representa una oportunidad única para el futbol mexicano en la que será mejor no hacer el ridículo.
Desde aquel 30 de noviembre que enmarcó la eliminación de México de Qatar 2022 se ha hablado de todo: sistema mediocre que no premia a los mejores ni castiga a los peores, en donde no hay espacio para los jugadores jóvenes y los partidos se caracteriza por tener un ritmo lento, que muy pocas veces resulta atractivo hasta para los espectadores fieles y no se diga para los casuales. Queda claro que el atractivo del futbol mexicano es la Liguilla, pero para llegar hasta ahí hay que pasar por 17 jornadas que ofrecen un nivel triste, conscientes los equipos de que apenas necesitan entre los doce primeros lugares para optar por el título. Y en ocasiones ni la Liguilla es garantía de ese futbol espectacular que tanto se reclama.
Todo se olvida y se perdona. Que los precios para ver futbol por televisión sean insólitamente caros, que la Selección no genere ningún tipo de entusiasmo para el futuro, que no existan cambios reales para ofrecer un futbol más competitivo y, por lo tanto, más atractivo. Y ni hablar de la violencia que sigue presente en diversos estadios, y con ella la desorganización de la estelar medida de implementar la identificación digital para prevenir desmanes.
No hay forma de que el futbol mexicano se mire a los ojos a sí mismo. Seguirá la rueda girando de manera infinita en un ciclo que ya demostró que ni siquiera los retrocesos son motivo de verdadera indignación. Apenas alcanza para lanzar críticas en redes sociales, para abuchear jugadores en el Azteca cuando juega la Selección Mexicana y alguien debe pagar los platos rotos; pero a la hora buena, cuando supuestamente habría que dejar claro el descontento, la historia sigue siendo la misma de siempre. Y hasta mejor.