Mario Vargas Llosa, fallecido ayer domingo en Lima a los 89 años, dejó un hueco grande en el mundo de las letras, pero también en el mundo del balompié.
A todas luces, el ganador del Nobel de Literatura amó el futbol y derramó pasión por este juego en sus letras. Desde niño, soñó con ser jugador del Universitario de Deportes de su país, el club de sus amores, donde cobijó el sueño de ver acción al lado de dos de sus grandes ídolos: Teodoro ‘Lolo’ Fernández y Alberto ‘Toto’ Terry.
Ellos fueron los más ‘genuinos’, más allá de ser admirador de el “extraordinario” Pelé y el “genio” Maradona, entre otros.
“Fui ‘calichín’ (jugador menor) de la U y jugué con la camiseta crema en el Estadio Nacional (de Lima). El más grande de la ‘U’ es ‘Lolo’ Fernández, y sin duda, otro de mis ídolos ‘Toto’ Terry”, declaró abiertamente hace vario años el autor de La ciudad y los perros.
Una de sus más grandes aventuras de la vida fue narrar el Mundial de España 82′, donde atestiguó el poder de este deporte, lo mismo para unir a cinco continentes que para entender su fervor en las gradas.
El Real Madrid también despertó pasiones en el escritor inca, quien en el 2010, año de su ‘consagración literaria’ al ganar el Nobel, tuvo el privilegio de realizar un saque de honor en un partido de LaLiga en el mítico Santiago Bernabéu.
Si bien su pérdida es sensible a nivel continental y mundial, el legado y obra de Vargas Llosa quedan perennes en sus páginas, varias de ellas dedicadas al futbol, el deporte que le dio títulos a su alma e inspiraron su pluma.