Dos días después de volver a sentir el tacto de la pista en el ensayo general que supuso su presencia en el torneo de dobles junto a su ahora entrenador Marc López, Rafael Nadal regresa a la escena real, a la competición en el cuadro individual del abierto de Brisbane, el lugar elegido para el nuevo punto de partida, para otra puesta en escena.
Arranca Rafael Nadal una nueva temporada. Apunta a la última aunque no se puede asegurar. Llena de incertidumbre, con expectativas y alguna duda. Sin excesivas exigencias, con París, tanto en Roland Garros como por los Juegos Olímpicos del 2024 con excitantes desafíos.
Echa a andar el balear tantas veces número uno del mundo, 209 semanas en total, ahora sumergido en el puesto 672 del ránking, como invitado de la competición (wild card) y con el austríaco Dominic Thiem como primer adversario. Es el vienés el rival que le deparó el destino después de que solventara el austríaco su paso por la fase previa. Un cara a cara lleno de alicientes, con pinta de final, que ahora mide a dos jugadores que tocaron la gloria y que pretenden su particular y diferente rehabilitación.
Habrán pasado 349 días cuando el mejor deportista español de todos los tiempos irrumpa en la pista Pat Rafter Arena del Queensland Tennis Centre de la ciudad australiana para volver a sentirse jugador. Desde que un 18 de enero del 2023, en la segunda ronda del primer Grand Slam de la temporada, ante el estadounidense Mackenzie McDonald se lesionó en el psoas ilíaco de la pierna izquierda. Fue el inicio de la pesadilla. Desde entonces, varios intentos de retorno, una operación y muchas horas de recuperación. Hasta este 2024.
En la sesión nocturna del programa del evento, en horario estelar, no antes de las 18.30 hora local (09.30 hora CET), Nadal iniciará una nueva carrera contra el tiempo. como tantas veces, arrinconado temporalmente por los contratiempos físicos a lo largo de su carrera. Pero ninguna vez como esta.
“No puedo predecir cómo voy a estar en los próximos seis meses. No puedo predecir si mi cuerpo me permitirá disfrutar del tenis tanto como disfruté los últimos veinte años. No sé si mi cuerpo me permitirá ser competitivo. Quiero decir, no en el sentido de ganar los eventos más importantes, sino en el sentido que me hace feliz, sentirme competitivo para salir a la pista y sentir que puedo competir contra cualquiera”, asume Nadal.
Lo que no hace mucho tiempo era un duelo en las alturas, un pulso por un gran título y un cara a cara entre dos de los mejores jugadores del momento es ahora un partido de primera ronda de un evento de categoría 250, entre dos tenistas que quieren volver a ser lo que algún día fueron, revivir sensaciones de antaño. Competir.
El enfrentamiento entre Nadal y Thiem da lustre a un evento hasta ahora intrascendente en el calendario. De preparación para el primer grande de la temporada, sin más. Nunca antes concentró tanta atención, elegido por el español como el punto de partida de su ‘nueva vida’.
Pudo ser un clásico el choque entre el balear y el vienés de 30 años. Se encuentran en Brisbane, días después de haber compartido pista en sesiones de entrenamiento, de preparación, con quince precedentes. Quince partidos previos de los que Nadal ganó nueve y el austríaco seis. El español de 37 años se apuntó los más relevantes. Dos finales de Roland Garros, otra final en el Masters 1000 de Madrid… y Thiem ganó los dos más recientes, ambos en el 2020. En los cuartos de final del Abierto de Australia y en las Finales ATP.
Nadal está de vuelta después de casi un año de inactividad. Pero si alguien es conocedor de la dificultad que entraña el retorno, el intento de escalada hacia la élite que un día conoció, es el jugador de Austria que llegó a ser el número tres del mundo, que tiene 30 años y que logró hacer suyo un Grand Slam, el Abierto de Estados Unidos, en el 2020, el último torneo, por cierto, que consiguió. Que presume de diecisiete trofeos en su historial y tres finales de Grand Slam entre su bagaje.
No termina de encontrar la senda de regreso Thiem, actualmente 98 del ránking que pareció emerger en julio pasado cuando volvió a jugar una final, en Kitzbuhel, que perdió contra el argentino Sebastián Báez.
Una lesión en la muñeca derecha le llevó a las penumbras cuando disfrutaba del mejor momento, cuando apuntaba a eventual número uno, al heredero de Nadal sobre arcilla. Fue en un torneo en Mallorca ante el francés Adrian Mannarino cuando la dolencia asomó en la mano. A partir de ahí, casi dos años sin jugar.
No reapareció hasta mitad del 2022. Pero ya había caído en la clasificación mundial más allá del 350. Para Thiem cada partido es una oportunidad.
Ha necesitado dos encuentros de la ronda de clasificación el austríaco para encontrar un lugar en el cuadro principal. El más reciente contra el italiano Giulio Zeppieri al que tuvo que remontar y escapar de dos puntos de partido. Antes necesitó también las tres mangas para superar al australiano James McCabe.
Nadal vuelve a la escena. Ante un rival reputado, con un lustroso historial e igual de necesitado. El que gane se medirá en segunda ronda al vencedor del choque entre el ruso Aslan Karatsev y el invitado australiano Jason Kubler.