Los Juegos Olímpicos son el único acontecimiento deportivo mundial que incluye un programa cultural obligatorio. Y como recordó Amélie Oudéa-Castera, Ministra francesa de Deporte, el lunes 12 de marzo durante la presentación de la Olimpiada Cultural, fue el Barón de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, quien quiso casar cultura y actividad física. Su intención era reunir, mediante los lazos de un “matrimonio legítimo”, a dos antiguos divorciados: el músculo y el espíritu”, declaró la Ministra de Deportes.

Se supone que este matrimonio va de una Olimpiada a otra. La Olimpiada Cultural comenzó en Francia hace dos años, con retraso, a causa de la pandemia de covid-19. Pero a partir de este mes y hasta el final de las justas, se ampliará considerablemente. Dos mil actos culturales se realizarán en toda Francia. Y en todos los ámbitos.

En un país donde la cultura es un valor casi sagrado, Tony Estanguet, Presidente de los Juegos Olímpicos, está orgulloso de este programa. “De la escultura a la pintura, del cine al teatro, de la fotografía a la música, pasando por la danza y el circo, es increíble ver la diversidad de estos dos mil proyectos”, explica Tony Estanguet.

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