El presidente de la Federación Española de Futbol, Luis Rubiales, se negó a renunciar a su cargo a pesar de la polémica provocada por su beso no consentido en los labios a una campeona del Mundial Femenino tras la Final.
Durante su discurso ante la asamblea extraordinaria de la RFEF, Rubiales repitió “No voy a dimitir” cuatro veces seguidas y dijo ser víctima de una caza de brujas por parte de “falsas feministas”.
Rubiales, un exfutbolista de 46 años, estaba sometido a una inmensa presión para dejar el cargo desde que pasado domingo sujetó a la futbolista Jenni Hermoso por la cabeza y la besó en los labios sin su consentimiento durante la ceremonia en la que La Roja recibió la Copa del Mundo tras derrotar 1-0 a Inglaterra en la final del torneo en Sidney, Australia.
Varios medios españoles habían reportado en la víspera que Rubiales tenía previsto dejar el cargo.
En su lugar, dijo que el beso fue “mutuo y consentido”. En varios momentos de su intervención recibió aplausos de los asistentes, en su gran mayoría hombres.
En una emisión en vivo en redes sociales durante la fiesta posterior en el vestuario español, Hermoso, la delantera de 33 años que fue clave para la consecución del título reaccionó al beso de Rubiales diciendo: “No me ha gustado ¿pero qué hago?”.
La FIFA, el ente rector del futbol mundial y organizador del torneo, abrió un expediente disciplinario a Rubiales el jueves. Su comité disciplinario estudiará si Rubiales incumplió su código con respecto a las “normas básicas de la conducta decente” y “se comportó de una forma que desprestigia al deporte del fútbol y/o a la FIFA”.
La FIFA anunció su medida luego de que el presidente en funciones del gobierno de España, Pedro Sánchez, dijese que el intento de Rubiales de pedir disculpas, que se produjo tras los insultos iniciales a sus críticos, no era convincente y que debía “continuar dando pasos” para rendir cuentas.
El Consejo Superior de Deportes, la máxima entidad deportiva española, se comprometió a actuar con celeridad para estudiar las diversas denuncias formales presentadas contra Rubiales para determinar si infringió la ley del deporte española o el propio código de conducta de la RFEF que sanciona los actos sexistas. De ser así, el Tribunal Administrativo del Deporte lo inhabilitaría para ejercer el cargo.
Y por si el beso forzado no fuese suficiente, Rubiales fue visto poco antes agarrándose los genitales en un gesto ordinario de victoria desde el palco de autoridades, donde estaba cerca de la reina Letizia y de su hija, la infanta Sofía, de 16 años.
La combinación de ese gesto con el beso posterior ha convertido a Rubiales en una vergüenza nacional luego de que su conducta llegó a una audiencia global, empañando la enorme gesta de la selección femenina, que ganó la final tras pasar de la fase de grupos por primera vez en su historia.
El primer intento de responder al escándalo fue un comunicado emitido en el nombre de la jugadora del Pachuca mexicano en el que ella le restaba importancia al incidente. Más tarde, la web deportiva Relevo.com reportó que la RFEF había coaccionado a la futbolista para que realizase la declaración. La Federación negó está acusación a la AP.
En un comunicado del sindicato de futbolistas que dijo que la representa, Hermoso pidió el miércoles que la conducta de Rubiales no quede impune.
Rubiales no ha recibido el apoyo público de ninguna figura deportiva relevante y partidos políticos de todas las tendencias han pedido su renuncia.