Santiago Giménez caminaba por la cornisa a mediados del 2022. Un torneo más estaba por comenzar en Cruz Azul, el equipo que lo vio crecer desde niño, y había un nuevo entrenador al cual convencer: el uruguayo Diego Aguirre. El reto era mayor para un delantero que un año atrás no pudo ganarse un lugar en la Selección Olímpica que ganó el bronce en Tokio. Y aunque celebró el histórico campeonato con Cruz Azul, Giménez fungió como revulsivo en aquella hazaña y no como pieza central.

Un revulsivo muy efectivo: siempre pasaba algo cuando el ‘hijo del Chaco’ emergía desde el banco. Sin embargo, con 21 años todavía se le consideraba un jugador secundario. Y no parecía que eso fuera a cambiar pronto. Él tenía claro eso en el momento en el que llegó Aguirre, el primer entrenador de su carrera profesional que lo ponderó como delantero referente.

“Lo que cambió cómo me veo en la cancha fue que me di valor a mí mismo. En Cruz Azul no me sentía importante en el equipo. Llegó un punto donde Aguirre me dio la confianza y me dijo: ‘tú vas a ser el nueve de Cruz Azul’. Y ahí fue cuando yo, internamente, me di valor y dije: ‘es mi oportunidad, puedo hacerlo, para esto nací’. A partir de ahí fue un cambio para mí, sentirme importante dentro del campo”, comentó Giménez en entrevista con Fox Sports.

Antes de que el Feyenoord lo comprara, en julio de 2022, Giménez marcó cinco goles en igual número de partidos, al comienzo del torneo. La efectividad, que había sido su talón de Aquiles desde su debut profesional, se convirtió en un rasgo característico desde ese momento. Antes de ese torneo, el Apertura 2022, Giménez había hecho quince goles repartidos en 98 partidos (todas las competencias). Hoy una cifra puede servir para ejemplificar su evolución: ha marcado 22 goles en la presente campaña contra los 21 goles que registró Cruz Azul en todo el Clausura 2023.

Y de nueva cuenta lo ha hecho sin ser titular de lleno, aunque en los últimos meses ya se ha ganado el lugar que le fue negado al principio. Con 14 tantos, está a sólo dos de alcanzar al líder de goleo de la Eredivisie, Anastasios Douvikas, del Utrecht, pero con 700 minutos menos de juego. En este año, Giménez ha roto todos los récords mexicanos que tenía en la mira: Hirving Lozano (19 goles en su primer año en Países Bajos); Luis García y Javier Hernández (20 goles en el año debut en el futbol europeo).

Es curioso que Giménez sintiera que era un delantero sin importancia, porque justamente desde sus inicios tuvo que lidiar con la etiqueta de ser un jugador “apalancado”, a pesar de que siempre destacó en las categorías inferiores de Cruz Azul. Pero precisamente ubicarse en su realidad, porque era un hecho que ningún entrenador (Pedro Caixinha, que lo debutó pero apenas coincidió con él apenas por unos días, Siboldi y Reynoso) le había dado oportunidad de ser titular, le permitió identificar cómo debía desarrollarse y qué era lo mejor para su crecimiento.

Giménez hoy vive un momento de plenitud gracias a esos malos tragos: “El día a día, los entrenamientos, los consejos, escuchar a exfutbolistas. Los pequeños detallitos: los jueves o miércoles viene Robin Van Persie y nos hace un trabajo con los delanteros. Todos esos consejos me han aportado mucho y trato de llevarlos a la cancha”, comentó Giménez en la misma entrevista. La confianza puede ser diferencial para el desarrollo del jugador: “Lo que sentía en México era que no te daban constancia de minutos. Me di cuenta de que aunque juegues diez minutos debes sentirte importante en el equipo, ese fue el cambio que tuve”.

A falta de tres jornadas, el Feyenoord marcha como líder en la Eredivisie con ocho puntos de ventaja sobre el PSV Eindhoven. Una combinación de resultados podría darles el título en el próximo partido: juegan contra el Go Ahead Eagles en casa, mientras el PSV recibe al Fortuna Sittard. Nadie puede saber cómo será el futuro para Giménez en Europa ni se puede tomar como punto total de referencia lo que se ha visto de él en Róterdam, pero es un hecho que tomó la mejor decisión posible cuando zarpó de México tras años de ver reprimidas sus capacidades.

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