Es cierto. La nieve no estaba bien aquel 29 de diciembre de 2013 en la estación de Méribel, mientras Schumacher esquiaba junto a su hijo Mick.
Siete veces campeón mundial de la Fórmula 1, el alemán es hoy el centro de un misterio hermético. Se sabe que estuvo seis meses en coma inducido tras el accidente, se sabe que lo operaron dos veces en las primeras horas tras el accidente para extraer coágulos del cerebro. Y que otras lesiones cerebrales eran imposibles de operar. Pero no se sabe mucho más, aunque en las últimas semanas el ex piloto volvió a ser noticia a sus 53 años.
Medios europeos han hablado de un tratamiento médico “pionero” para recuperar a la legendaria estrella, cuya atención médica cuesta 140.000 dólares… a la semana. No es del todo sorprendente, porque 15 enfermeras y médicos se ocupan del ex piloto de Ferrari las 24 horas del día en su casa de Gland, sobre el Lago de Ginebra. Y ahora, cuando llegue el otoño europeo, en la fabulosa casa que la familia compró en Mallorca.
La gran dueña del secreto es Corinna, la esposa de Schumacher, que en julio recibió un premio en nombre de su marido y se conmovió al hablar. Schumacher “está diferente”, dijo. Y lloró en el escenario.
“Extraño a Michael cada día, pero no solo yo. Son los chicos, la familia, su padre, todos los que lo rodean. Es decir, todo el mundo extraña a Michael, pero Michael está aquí. Diferente, pero está aquí y eso nos da fuerza, creo”, dijo antes de que la emoción la dominara.
¿En qué consiste ese tratamiento médico “pionero”? Hay que tomar con pinzas la información que circula, porque hace años que los medios alemanes, italianos y británicos intentan perforar sin éxito la coraza en torno al alemán.
Philippe Menasche, un cardiólogo francés que ya operó a Schumacher, propuso un tratamiento para transferir células del corazón del piloto a su cerebro. Una variante de las terapias con células madre, que se extraen de la médula ósea o del propio corazón del paciente y se inyectan en otras partes del cuerpo para reparar el tejido dañado.
El objetivo, dicen, es regenerar el sistema nervioso de Schumacher. Un objetivo más que ambicioso en un paciente que sufre de degeneración muscular y osteoporosis tras permanecer tantos años en cama.
Según declaraciones del periodista francés Jean-Michel Décugis al diario británico “The Times”, Schumacher “está recibiendo perfusiones de células madre que producen un efecto antiinflamatorio sistémico (…). Llegan a todo el cuerpo y se puede imaginar que llegan al cerebro de Michael Schumacher”.
El periodista, que siguió la carrera del alemán, admite que todo es “bastante misterioso” y que se supone que oficialmente Menasché solo se ocupa del corazón. Pero, perdidos por perdidos, en la familia parecen haber abierto puertas a la experimentación.
“Está realizando experimentos con el secretoma (una proteína que se encuentra en el cuerpo humano) que fabrica un laboratorio a partir de nuevas células madre y que se inyecta en las venas, hasta ahora sólo en animales”.
Menasché define ese secretoma como “jugo de células madre”, pero añade que no hay “milagros”. No hay, tampoco, precisiones. Jean Todt, ex jefe de Schumacher en Ferrari y uno de sus amigos más cercanos, es una de las escasísimas personas que han podido ver al alemán en su casa. En 2020 dijo que se lo estaba sometiendo a un tratamiento para ayudarlo a volver a “una vida más normal”, pero no fue más allá.
Willi Weber, de 80 años y durante la mayor parte de su carrera mánager de Schumacher, explotó hace unos meses: dice que la familia nunca le permitió ver a su amigo y que ya “es hora de que digan la verdad” sobre lo que tiene el heptacampeón. Las muy escasas ocasiones en las que Corinna habla, es más lo que oscurece que lo que aclara.
“(Michael) todavía me demuestra lo fuerte que es cada día. Vivimos juntos en casa. Hacemos terapia. Hacemos todo lo que podemos para que Michael mejore y para asegurarnos de que esté cómodo. Y para que simplemente sienta nuestra familia, nuestro vínculo. Y pase lo que pase, haré todo lo que pueda”.
“Todos lo haremos. Estamos tratando de seguir como una familia, como a Michael le gustaba y todavía le gusta. Y seguimos con nuestras vidas. ‘Lo privado es lo privado’, como él siempre decía. Para mí es muy importante que pueda seguir disfrutando de su vida privada lo máximo posible. Michael siempre nos protegió, y ahora nosotros protegemos a Michael”.
La tragedia de Schumacher llevó también a la locura: en 2014, un empleado de la empresa de rescate en helicóptero que lo transportó de Grenoble a Lausana fue detenido por intentar vender historiales médicos confidenciales del viaje a periódicos y sitios web alemanes. Había pedido 50.000 euros. Semanas después se encontró al hombre ahorcado en la celda en la que estaba detenido.
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Mientras se mantiene el misterio acerca del estado real del legendario deportista, Corinna hace planes para que la vida de Gina, de 25 años, y Mick, de 23, sea lo más placentera posible. Así, recientemente compró un terreno de 54.000 metros cuadrados en las cercanías de Port de Andratx, en la isla de Mallorca, una zona de lujo y muy codiciada por los alemanes. Corinna logró rebajar el precio de 3,6 a 2,8 millones de euros. Con los 800.000 euros que se ahorró paga un mes y medio del tratamiento médico de su esposo. En el terreno se construirá un rancho para la gran pasión de Corinna: los caballos.
La mansión anexa, valorada en más de 30 millones de dólares, incluye dos piscinas, un helipuerto, olivos y cientos de almendros. En el camino a sus 91 Grandes Premios y siete títulos mundiales ganados, se calcula que Schumacher sumó cerca de mil millones de dólares. Cuando corría, su sueldo anual era de 30 millones, y sus ingresos publicitarios, muy superiores.
Hoy, pese a nueve años de ausencia, sigue cobrando 50 millones de euros anuales gracias a diversos contratos en vigor. Meses atrás los alemanes se conmovieron con un documental en Netflix, “Schumacher”, en el que la esposa del alemán se lamenta de su suerte. “Nunca le eché nada en cara a Dios, nunca dije que porqué pasa esto. Pero esto fue realmente mala suerte, no se puede tener más mala suerte en la vida”.
Mick, piloto de Haas en la Fórmula 1, extraña a su padre, querría poder hablar con él: “Creo que hoy nos entenderíamos de una manera especial, porque hablamos un mismo idioma deportivo, el del automovilismo. Es algo que está casi todo el tiempo en mi cabeza, qué bueno sería poder hacer eso ahora. Daría todo por tenerlo”.
Lo que le sucedió a Schumacher es ciertamente irónico, recordó recientemente “Sports Illustrated”: “Chocó contra una roca y se golpeó la cabeza. Aunque llevaba casco, sufrió una lesión cerebral traumática (…). Schumacher pasó toda su carrera con el peligro acechando, literalmente, detrás de cada curva. Maniobraba un caparazón de fibras de carbono a más de 200 millas (320 kilómetros) por hora, cubriendo una cancha de fútbol por segundo. Salió ileso. Un accidente en 1999 en el que se rompió la pierna fue la lesión más grave. Luego, con su vida en reposo, fue en una pista de esquí donde se le acabó la suerte”.