Gerardo Tata Martino guardó el silencio necesario después de la eliminación de México en el Mundial de Qatar 2022. Su equipo entró en la historia negra del balompié nacional, al romper una racha de siete Copas del Mundo al hilo jugando los Octavos de Final. Después de su última conferencia de prensa, vino aquel penoso episodio en el Aeropuerto de la Ciudad de México, en el que fue increpado por la afición presente ahí. En realidad, no hubo que esperar tanto tiempo para que el entrenador, hoy sin equipo, empezara a hablar de su paso por el Tri.

En enero de este año habló para la radio paraguaya. Dijo que en México se nota demasiado que el futbol es un negocio. Y ahora lo ha vuelto a hacer en el podcast Olfato de Gol. Martino puso énfasis, de nueva cuenta, en la forma en la que los directivos ven a este deporte, siempre ponderando el aspecto comercial. Martino estableció que en México hay “señales de alarma” que son ignoradas: “hay que ver si todos esos componentes (directivos del futbol mexicano) comparten estas opiniones, esta sensación de alarma; si hay deseo, inclusive, de que esto mejore. Como no existe en otros países, en México hay mucha gente que tiene mucha injerencia, que tiene intereses”, expresó el entrenador argentino.

Y también volvió a evaluar el porqué los precios de los jugadores mexicanos son tan inflados al momento de buscar una trasferencia el futbol europeo. “Nosotros mencionábamos con mucha atención: ¿cómo es que el mercado mexicano tiene futbolistas que valen 8, 10 0 12 millones de dólares en el mercado interno y esos mismos futbolistas no tienen salida al exterior. En cualquier país del mundo que es exportador, un futbolista con ese valor dentro sin duda lo tiene para afuera”, dijo.

Lo cierto es que Martino siempre fue crítico con las cosas que no le gustaban del futbol mexicano. Sus comentarios fueron sinceros. Como en octubre de 2019, cuando vivía su punto de popularidad más alto, tras un año casi perfecto, en el que ganó la Copa Oro y sólo perdió un partido. Cuando se presentó en el calendario la Nations League de la Concacaf, el entonces entrenador nacional habló sin tapujos:

“En algún momento, en la previa del partido les decía que la Nations League es volver al amateurismo, como jugar en la inferiores de Pachuca o de México, así se juega en un estadio de esa características. Si nos centramos solo en el ‘Chucky’ Lozano, hace 20 días jugaba contra la Juventus. Una semana después juega contra el Liverpool, campeón de Champions, y después tienen que venir a esta realidad. Vamos tratando de arreglar lo que tenemos para tener un crecimiento mayor, pero lo mejor sería competir contra los mejores, jugar Copa América y Copa Libertadores”.

Su punto de vista no fue para nada diplomático y causó sorpresa en los propios rivales de Concacaf, porque vieron rasgos de soberbia en esos comentarios. Pero Martino no hacía otra cosa que dar un punto de vista equilibrado y, en cierto modo, autocrítico, porque no sólo era una crítica hacia los federativos, quienes toman las decisiones, sino a él mismo: por aceptar formar parte de un proyecto repleto de decisiones que bloquean el crecimiento deportivo.

Martino siempre impulsó la idea que de los jugadores mexicanos, si querían mejorar, debían partir a Europa. “¿Por qué los jugadores no se van afuera? No se van porque no los dejan, porque son exorbitantes las cifras que piden por ellos, cómo hay un jugador que vale 10 millones de dólares y no tiene mercado europeo, hay un mercado paralelo o qué pasa”, dijo en septiembre del año pasado. Había razones en su análisis, pero luego cayó en la contradicción: dejó fuera el delantero mexicano que mejor momento pasaba en Europa, Santiago Giménez, y llevó a dos delanteros de Liga MX, Martín y Funes Mori.

Al final, también es un hecho que las críticas de Martino perdieron legitimidad tras lo visto en Qatar 2022. Porque una cosa era decirlo cuando acababa de llegar y la imagen que proyectaba era una de no sumisión, de crítica constructiva, y otra, hacerlo en los meses finales rumbo al Mundial, o hacerlo ahora, cuando todo lo que pueda decir tendrá aroma a pretexto. Convendría, sin embargo, tomarlo como una observación valiosa. Martino lo dijo siempre, cuando era entrenador y ahora que ya no lo es.

Lo preocupante reside en que su voz nunca haya sido escuchada. Estaba claro que el entrenador nacional no compartía los métodos deportivos de la Selección ni tampoco la forma en que los recursos humanos ven truncadas sus opciones de crecer debido a un mercado local sumamente inflado. ¿Por qué no se buscaron cambios aunque fueran mínimos durante su proceso? Y también: si no estaba conforme, ¿por qué decidió respaldar el proyecto con su presencia de cuatro años?

Martino dijo las cosas que quiso decir y no hubo reprimendas, al menos a nivel público. Pero tampoco hubo efectos: todo siguió y sigue igual. La voz del entrenador nacional no le mereció atención a los directivos del futbol mexicano. Y si no importó entonces, mucho menos ahora, que Gerardo Martino es un recuerdo que todos se esfuerzan por olvidar.

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