Las propuestas arancelarias anunciadas recientemente por Trump han puesto en jaque a la economía global. La intención de Estados Unidos de reducir el déficit comercial con el resto del mundo también tiene como objetivo mostrar su poder económico, así como confrontar a China, su principal rival, que ha tomado una influencia económica significativa a nivel global, y muy particularmente en el tema tecnológico.

Estados Unidos enfrenta desafíos importantes como una deuda creciente, inflación alta, salida de empresas al extranjero, pérdida de liderazgo económico, al tiempo que se ha alejado de la producción manufacturera. Muy contrario a China (la fábrica del mundo), que produce casi el 30% de la manufactura a nivel mundial y que mantiene una alta influencia sobre las cadenas de suministro en todo el mundo.

De hecho, muchas empresas americanas dependen de las fábricas chinas para obtener materias primas y componentes esenciales. Por esto, días después del anuncio de aranceles recíprocos para cerca de 180 países, Trump anunció una pausa de 90 días en su aplicación para más de 75 países que mostraron disposición a negociar.

A pesar de la volatilidad generada en la mayoría de los mercados, la realidad es que se especulaba que Trump suavizaría su postura proteccionista ante el caos ocasionado a nivel mundial, donde uno de los mercados más afectados es justamente el norteamericano, lo que llevó a que diferentes economistas prestigiosos proyectaran, incluso, una posible recesión mundial y una estanflación en Estados Unidos.

La probabilidad de una guerra comercial es alta, y pronto los efectos se han dejado sentir disminuyendo la confianza de los inversionistas. Los aranceles generarían presión al alza sobre los precios y limitarían a la Reserva Federal a seguir recortando la tasa de interés.

La incertidumbre genera cautela entre los consumidores, frena las inversiones y el crecimiento económico. Los aranceles actúan como un impuesto sobre todos los insumos importados, lo que eleva los costos de producción, reduce la inversión y fractura las cadenas de suministro. Lo anterior conduce a una trampa “estanflacionaria”. Además, aumentan los riesgos de impagos soberanos, aumenta la fuga de capitales y genera inestabilidad política en países emergentes.

Lo riesgoso no es sólo la política impuesta, sino los efectos que podría desencadenar un ciclo de inflación elevada, endurecimiento monetario, caída de la inversión y empleo, contracción del consumo y recesión. Todo esto autoinfligido.

Así, los aranceles de Trump tienen el potencial de llevar a Estados Unidos y al mundo a una estanflación, y ocasionar justamente los efectos contrarios, debilitar su posición a nivel mundial. Mientras que, por otro lado, las agresivas políticas comerciales de China, su enorme capacidad de exportación y sus alianzas económicas estratégicas han consolidado su estatus en el comercio internacional, y la inversión en infraestructura en otras latitudes han fortalecido aún más sus alianzas económicas globales con la capacidad incluso de disminuir el dominio del dólar.

Por ahora, no hay un claro ganador y sí un escenario en donde todos pierden. En México, los indicadores muestran signos de una recesión. En las últimas encuestas, el pronóstico para el PIB en 2025 es cercano al 0%. El flujo de productos de México hacia Estados Unidos ha disminuido significativamente debido a la incertidumbre por la política arancelaria de Trump, estimada en 25% según reportes de la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana (ANIERM).

A pesar de que nuestro país, junto con Canadá, salieron mejor librados en cuanto a aranceles respecto al resto del mundo, el impacto de los aranceles externos se dejará sentir en nuestra economía. Adicionalmente, la permanencia de la incertidumbre de los aranceles de Trump, los efectos de cualquier posición arancelaria desfavorable y el cierre del spread entre las tasas de referencia entre México y Estados Unidos se compensarán con la depreciación de la moneda.

Así que, más allá de la volatilidad observada en días recientes, es probable observar un escenario de depreciación del peso en los siguientes meses.

No obstante, la complicación arancelaria al resto del mundo eventualmente podría ser una posible ventaja para México. Como gran parte de lo que se consume en Estados Unidos viene de China, México tiene la oportunidad de que empresas se puedan instalar aquí y producir lo que se produce en China.

Ahora falta que nosotros aprovechemos esta oportunidad. Será como el Nearshoring versión 2.0.

Por Carlos Alberto González Tabares, Director de Estrategia Comercial de Monex.

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