El liderazgo es un factor clave para el crecimiento, desarrollo y consolidación del conjunto ya sea uno de orden social, empresarial, político o simplemente un grupo de personas con metas comunes.
Las fallas de liderazgo implican siempre malos resultados y pérdidas, ya sea de ganancias, recursos, mercado, clientes, reputación, oportunidades y, sobre todo, de personal valioso.
En todas las organizaciones, empresas, equipos e incluso la familia es necesario tomar decisiones, organizar, coordinar el trabajo, motivar, supervisar y manejar los posibles conflictos internos, básicamente esas son las funciones de lXs líderes.
En una época tan avanzada tecnológicamente y con acceso pleno a la información a nivel global, con mecanismos de protección de los derechos y con instituciones educativas con un alto grado de enfoque en la formación de líderes de alto nivel resulta incongruente que encontremos un alto grado de contaminación en esta función tan relevante.
Identificar el liderazgo toxico es el primer paso para sanear el ambiente, fortalecer la unidad y empezar a corregir el rumbo. Cuídate, si detectas estos síntomas:
Soberbia extrema. Si bien un líder debe mostrar confianza y seguridad; la arrogancia desmedida y la creencia de saber todo, siempre tener la razón e imponer las ideas propias termina afectando la comunicación y motivación dentro de la organización. Lo de hoy es el consenso, no la imposición.
Exigen atención permanente, son el centro del espectáculo, la oficina es su territorio exclusivo para lucir, hay que agradecerles, agradarles, servirles por el tiempo que le dedican a la organización. Nadie se atreva a ponerse en el centro de la foto y no te olvides de reírte de sus “chistes” aguantar sus “bromitas”, valorar sus “consejos”, halagar su “buen gusto” al vestir y jamás burlarse de sus “buenos hábitos” en la mesa.
Mención especial merecen las poses clásicas, los mejores cajones de estacionamiento, la oficina más grande, la silla más alta, extendiéndose en el escritorio a sus anchas, el desfile de souvenirs, las fotos de familia, los diplomas del club, los recortes de la sección de sociales y las autofotos con actores y deportistas; prepotencia, alarde, presunción, conquista.
Cólera eterna. Que difícil resulta lidiar con “ejecutivXs” siempre quejándose, todo el día enojados, alterados, inconformes con todo y con todos, estresados, llenos de rabia incontrolable, tirándose al piso y en berrinche permanente.
A todos hay que traerlos con la bota encima, disciplina, autoridad eso es lo que funciona. Para ellXs, todXs son flojXs, incompetentes, incapaces no podrían hacer nada sin su mano dura.
Nada es tan importante como su molestia y enojo, ni hablarles cuando están de malas, se la pasan a puerta cerrada y al teléfono con regaños, gritos, insultos y zafiedades. Todo eso envenena el ambiente y -en la primera oportunidad- a ver quién te soporta.
Aquí mando yo y solo yo. Ninguna organización puede avanzar si se cancelan la innovación, la mejora, la actualización y la iniciativa. Un signo de advertencia se enciende cuando en la empresa no hay espacio para las opiniones, ideas, propuestas y todos deben acatar lo que se les manda sin cuestionar.
Por si no lo sabes, existe solo una línea y es hacia abajo, mandar y obedecer para eso sirve la jerarquía. La comunicación es unidireccional, cerrada, excluyente y las puertas están abiertas siempre para que si no te gusta te vayas. Así toco, así se queda.
El niño eterno. Se ha puesto de moda la idea dejar que la creatividad fluya y se extienda en la máxima libertad. Al menos así viene el discurso que vende que en las organizaciones cosas como la formalidad, la seriedad, los horarios o la dedicación son necesarias.
Sin duda todos estos aspectos son muy importantes, pero esto se desvirtúa cuando la organización se convierte en un caos donde reina la inmadurez, el desorden, la volatilidad, la inestabilidad y nadie tiene idea de que hacer, cuando y para qué mientras que sus lideres se la pasan en la francachela.
Para cuando los inversionistas se dan cuenta ya es demasiado tarde y el daño está hecho. Los proyectos nunca se concretaron, los plazos se vencieron, las alucinantes expectativas jamás se cumplieron, las acciones se hundieron y las ganancias prometidas nunca llegaron; pero que bien nos la pasamos jugando al “nuevo unicornio” en el mundo de los sueños. La clave es balance entre libertad y autodisciplina.
Manipulador melodramático. ¿Te ha tocado estar en una empresa donde todo es rumores, chismes, celos, conflictos, intrigas? Que grave resulta que todo eso sea alimentado desde quien debería cuidar que eso no pase.
Las reuniones de trabajo y la llegada a tu puesto de trabajo convertidas en sesiones de miraditas agresivas, actitudes nefastas, saludos a medias y donde se huele la mala vibra, la hipocresía y el doble filo.
El personal siempre se siente aislado, incapaz de confiar en nadie; nadie colabora, coopera o puede coordinarse con otrXs; prevalece la inseguridad de ser el próximX en ser despedidX.
Existen lideres tóxicos especialistas en generar esta atmosfera “ponzoñosa” marcando diferencias de trato, fomentando la discriminación, censura y división interna, suelen creer que anulando el crecimiento del personal ellXs se mantendrán en su posición o que mediante sus maniobras se fortalecerán.
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