La clase media ha sido durante años símbolo de progreso, estabilidad y consumo. Los vaivenes económicos, las crisis fiscales y las desigualdades estructurales han impactado de forma desigual a este grupo en cada país.
Frente a escenarios de alta inflación, endeudamiento o deterioro adquisitivo en países como Argentina, Brasil o Chile, la clase media mexicana destaca por su resiliencia y dinamismo.
En Brasil, la expansión de la clase media que se vivió en los 2000 se revirtió tras las crisis de 2015-2016 y la inestabilidad política posterior. Actualmente, aunque más del 50% de la población aún se considera de clase media, su capacidad de consumo se ha visto gravemente afectada por un contexto de inflación volátil, tasas de interés elevadas (la tasa SELIC se mantiene sobre el 10 %) y un mercado laboral aún frágil.
México, pese a sus desafíos, se posiciona hoy como una de las economías más sólidas de la región en términos de consumo de su clase media.
En el otro extremo del sub continente, Argentina, un tradicional país de clase media, se encuentra, en serios problemas, debido a sucesivas crisis económicas. Con una alta inflación en 2024 (276%), ahora en baja pero cuyo plan de estabilización de precios repercutió gravemente en el consumo y generó un fuerte descenso de la clase media.
Hoy los argentinos enfrentan restricciones severas para adquirir bienes básicos. En contraste, México ha logrado mantener una estabilidad macroeconómica que ha favorecido el consumo interno, con una inflación controlada (por debajo del 5 % en 2024) y un acceso al crédito menos restrictivo, lo que permite a la clase media mexicana seguir accediendo a bienes duraderos, financiar educación privada y mantener hábitos de consumo más estables.
Chile mantiene una de las clases medias más amplias de América Latina, con más del 60% de la población en ese segmento. Sin embargo, su alto nivel de endeudamiento —más del 75 % de los hogares tiene algún tipo de crédito de consumo o hipotecario— ha convertido el acceso a bienes en una carga financiera. El gasto en salud y educación privada es significativo, pero muchas familias chilenas enfrentan dificultades para mantener su nivel de vida sin recurrir al crédito.
En Colombia, el consumo de la clase media ha crecido, pero aún es limitado por una alta proporción de población vulnerable. En 2023, más del 30 % de los colombianos vivía en situación de pobreza y el 11,4 % en pobreza extrema, lo que restringe el mercado interno. Aunque el consumo ha repuntado en sectores urbanos, sigue siendo frágil, con un ingreso per cápita significativamente inferior al mexicano y con una alta concentración en las principales ciudades. México, en cambio, cuenta con una clase media más numerosa y distribuida territorialmente, lo que ha permitido dinamizar el consumo incluso en regiones no metropolitanas.
Perú mostró un fuerte crecimiento económico en los años previos a la pandemia, lo que permitió la expansión de su clase media. No obstante, la pandemia dejó efectos duraderos: millones de peruanos regresaron a la pobreza y la informalidad alcanzó al 70% de la fuerza laboral, debilitando su capacidad de consumo formal. En el año 2024, el gasto en productos duraderos, como electrodomésticos y tecnología, sigue por debajo de los niveles prepandemia.
México, a pesar de tener también alta informalidad, ha logrado recuperar y sostener su consumo masivo, en parte gracias a programas sociales focalizados, transferencias monetarias (remesas) y una red de tiendas minoristas que abastece eficientemente a sectores populares. La clase media mexicana conserva mayor capacidad de gasto incluso en contextos adversos.
Mientras varios países latinoamericanos enfrentan crisis fiscales, inflación o endeudamiento excesivo que restringen el consumo de sus clases medias, México se posiciona como una de las economías más estables y resilientes de la región. Su clase media, aunque aún en consolidación, mantiene hábitos de consumo activos, accede a servicios privados crecientes y participa en un mercado interno que representa una ventaja estratégica para el país. En el escenario latinoamericano, México no solo tiene una de las clases medias más grandes, sino también una de las más dinámicas en términos de consumo real.










