La política china de “cero-COVID”, consistente en vigilar, probar y aislar constantemente a sus ciudadanos para evitar la propagación del coronavirus, ha golpeado gran parte de la economía del país, pero ha creado burbujas de crecimiento en los sectores médico, tecnológico y de la construcción.
El Gobierno chino va camino de gastar más de 52.000 millones de dólares este año en pruebas, nuevas instalaciones médicas, equipos de vigilancia y otras medidas contra el COVID, que beneficiarán a unas 3.000 empresas, dicen analistas.
“En China, las empresas que proporcionan servicios de pruebas y otras industrias relacionadas están ganando mucho dinero debido a que el Gobierno se centra en un enfoque basado en la contención en la lucha contra el COVID”, dijo Yanzhong Huang, especialista en salud global en el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), un grupo de expertos de Estados Unidos.
China aspira a tener instalaciones de pruebas de COVID a 15 minutos a pie de todos sus ciudadanos en las grandes ciudades y sigue imponiendo la realización de pruebas masivas a la menor señal de un brote.
Pacific Securities, con sede en Hong Kong, calcula que esto ha creado un mercado de más de 15.000 millones de dólares al año para los fabricantes y proveedores de pruebas.
El Gobierno asume la mayor parte de la factura, ya sea comprando los kits de pruebas o pagando a las empresas para que realicen los tests. Aunque los precios de las pruebas han bajado desde el brote del coronavirus a principios de 2020, la demanda continua ha ayudado a varias empresas.
El beneficio del primer trimestre se duplicó con creces para Dian Diagnostics Group Co Ltd, con sede en Hangzhou y uno de los mayores fabricantes de pruebas médicas de China. Sus ingresos aumentaron más del 60% a 690 millones de dólares, de los cuales algo menos de la mitad correspondieron a sus servicios de pruebas COVID, pagados casi en su totalidad por el Gobierno.
Shanghái Runda Medical Technology Co Ltd dijo que estaba procesando a 400.000 pruebas de COVID al día en abril, durante el confinamiento de casi dos meses de Shanghái, generando más de 30 millones de dólares al mes, según un artículo del diario estatal Securities Times.
China defiende su política de “cero-COVID” como crucial para salvar vidas y evitar que su sistema sanitario se vea sobrepasado. No hay indicios de que vaya a dar marcha atrás, aunque el costo económico sea cada vez mayor.
Los últimos indicadores muestran que la economía del país se ha debilitado con fuerza desde marzo ya que el empleo, el gasto de los consumidores, las exportaciones y las ventas de viviendas se han visto afectados por las medidas de confinamiento.
Muchos economistas del sector privado esperan que la economía se contraiga en el trimestre de abril a junio con respecto al año anterior, en comparación con el crecimiento del 4,8% del primer trimestre.
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VIGILANCIA MASIVA
Decenas de fabricantes de cámaras de vigilancia e imagen térmica, como Wuhan Guide Infrared Co Ltd y Hangzhou Hikvision Digital Technology Co Ltd, se han beneficiado de la demanda del Gobierno chino de aparatos que le ayuden a controlar el estado de salud de sus 1.400 millones de ciudadanos.
Wuhan Guide, uno de los principales fabricantes de equipos de imagen térmica del mundo, duplicó sus ingresos en 2020 al trabajar horas extras para suministrar cámaras de detección de la fiebre en toda China y el extranjero. El crecimiento se aplanó el año pasado, pero los analistas esperan que vuelva a repuntar en 2022 y 2023.
La enfermedad ha sido la madre de la invención. Desde marzo, empresas e institutos de análisis chinos han presentado al menos 50 patentes relacionadas con el COVID, según una revisión de Reuters de las bases de datos internacionales y nacionales.
Los inventos están relacionados, en su mayoría, con la adaptación de las cámaras y plataformas de vigilancia existentes para rastrear los contactos cercanos e identificar posibles casos positivos.
La urgente necesidad de cientos de nuevos hospitales para aliviar la ya de por sí escasa infraestructura médica de China ha creado un boom para algunas empresas constructoras.
China Railway Group Ltd, con sede en Pekín, un conglomerado que abarca la construcción, la fabricación y el sector inmobiliario, ha construido hospitales improvisados por toda China este año, y ha sido especialmente activo en zonas muy afectadas por el COVID, como Shanghái.
Sus beneficios han crecido de forma constante en los dos últimos años, al menos en parte gracias a los proyectos relacionados con el COVID, y los analistas esperan que continúe así en el futuro cercano.
Un analista ha calculado que se construyeron unos 300 hospitales improvisados en toda China durante un periodo de 35 días entre marzo y abril, cuando las infecciones aumentaron, con un costo de más de 4.000 millones de dólares.
Un tercio de ellos se construyeron en Shanghái y sus alrededores y no hay indicios de que la demanda del Gobierno haya disminuido. Un estudio de Reuters sobre las licitaciones de este tipo de proyectos sugiere que el Gobierno gastará unos 15.000 millones de dólares este año en nuevos hospitales.