“Si aumenta el salario mínimo, tendría que subir mi sueldo”, ésa es una suposición muy común, pero muy alejada de la realidad. Aunque, el último aumento de 22% en el salario mínimo general (SMG) podría enviar una buena señal a las empresas para que rectifiquen las remuneraciones que otorgan desde hace años, las cuales aunque son más altas, en muchos casos no lo suficiente. Además, existen iniciativas de empleadores para que las empresas paguen no menos de 7,000 pesos al mes, o incluso un mínimo de 9,500 pesos mensuales.

El salario mínimo no es la cantidad que la gente debe ganar, sino que nadie puede recibir menos de dicho monto. Es decir, es un piso. El artículo 85 de la Ley Federal del Trabajo (LFT) indica que “el salario debe ser remunerador y nunca menor al fijado como mínimo”. Para designar cuánto pagar “se tomarán en consideración la cantidad y calidad del trabajo”, señala el mismo ordenamiento.

La política gubernamental salarial ha sido la de fortalecer el SMG y recuperar el poder adquisitivo que fue perdiendo desde la década de los años 70. Pero ha dejado del lado las remuneraciones que son superiores al mínimo, pero no lo suficiente para una vida digna y que igualmente van perdiendo poder de compra.

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En 2016 la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) creó un mecanismo para incrementar el SMG, el cual contempla un aumento directo vinculado a la inflación y otro que es el Monto Independiente de Recuperación (MIR), que es el más alto dentro de esta composición.

Ese dispositivo no puede ser utilizado en las negociaciones contractuales, según quedó establecido en el Diario Oficial de la Federación (DOF). O sea, un sindicato o una persona no pueden argumentar en su petición de aumento salarial que si el SMG para el próximo año subió 22%, también su gremio o ella deben recibir tal cantidad.

En términos prácticos, el salario mínimo para el próximo año tendrá un aumento de 31.17 pesos, de dicho monto, 16.90 pesos corresponden al ajuste a través del MIR y 14.27 pesos al incremento por fijación vinculado a la inflación, el cual equivale a un aumento de 9%, sólo este último podría ser tomado como referencia para las negociaciones contractuales.

Y aunque este año el Congreso aprobó una reforma a la LFT la cual ordena que el incremento anual al salario mínimo nunca podrá estar por debajo de la inflación, con ello protegió esas remuneraciones, pero no hay nada en la ley laboral que obligue a las empresas o centros de trabajo a revisar cada año los sueldos que pagan, aunque sean más que el mínimo.
“No más simulación”

Desde 2019 hay dos salarios mínimos. Uno en la Zona Libre de la Frontera Norte del país y otro para el resto del territorio mexicano. En 2021 la cantidad mínima a pagar en los municipios norteños fue 213 pesos y el Consejo de Representante de la Conasami lo elevó a 260 pesos diarios para 2022. En la mayor parte de México pasó de 141.70 a 172.87 pesos al día a partir del siguiente año.

Alguien que vive en la Ciudad de México, Michoacán o Chiapas, o cualquier otro estado que no colinde con Estados Unidos, y le pagan el salario mínimo gana actualmente alrededor de 4,307 pesos al mes. A ese tipo de personas trabajadoras les impacta directamente el aumento autorizado para 2022, porque a partir de 2022 deberán cobrar alrededor de 5,255 pesos mensuales.

Pero una trabajadora o trabajador que, por ejemplo, gana 6,000 pesos al mes, aunque es una cifra baja, está por encima del salario mínimo, así que no se verá beneficiada del aumento.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en México hay 12.5 millones de personas que perciben más de dos salarios mínimos, es decir, cuyos sueldos están por arriba de 8,615 pesos mensuales, y que no tendrían un impacto directo por el ajuste para 2022. La Conasami estima que con el aumento del referente general se beneficiarán 6 millones de personas trabajadoras, lo que equivale al 16.5% de las personas asalariadas del país.

A decir de Andrés Peñaloza, presidente de la consultoría Bialii, el MIR “se diseño para evitar el ‘efecto faro´. Se discutió mucho y se observó experiencias como la de Brasil, donde la política de recuperación de los salarios mínimos fue referente para las de carácter contractual. Eso generó algunos problemas en los mercados laborales y para evitarlo en México se acordó que el MIR sólo se usara para el salario mínimo”.

El MIR es una cantidad de dinero que se le suma al salario vigente para que cada año crezca y vuelva a tener poder adquisitivo, explica Peñaloza, expresidente de la Conasami.

Los dos primeros aumentos de esta administración federal lograron sacar de la pobreza a 3.5 millones de personas, dice. El ánimo de incremento se extendió a otros salarios, “de hecho, en 2109 se reportó el aumento a las remuneraciones contractuales más alto de los últimos años”.

Pero “el error de diciembre de 2020, cuando se acordó un incremento de apenas 15% para 2021, envió malas señales a los sectores y a los mercados. Se interpretó no sólo como decisión consensuada, sino como que el gobierno iba a iniciar un proceso de ralentización en la política salarial”. Esto, sumado a la pandemia de covid-19, le dio pie a las empresas a mantener sus sueldos en el mejor de los casos, pues muchas incluso los redujeron.

Aunque han habido mejoras, México sigue siendo uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) donde la gente gana menos por su trabajo. De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), en 2010 estábamos en la posición 80 en el comparativo internacional del salario mínimo y en 2022 ascenderemos al puesto 67. El Estado tiene una gran responsabilidad en la tarea de cambiar esta situación, pero por supuesto también el sector privado, subraya Andrés Peñaloza.

Las personas empleadoras, expresa el especialista, “deben entender que, así como hace años tomaron una postura vanguardista y propusieron la recuperación del salario mínimo, ahora lo tienen que hacer en materia contractual”. Menos del 15% de la población trabajadora está sindicalizada, así que difícilmente pueden negociar mejores salarios y, además, “el 80% de los contratos colectivos de trabajo siguen siendo contratos de protección, con remuneraciones no precisamente dignas”.

Ni las empresas, ni el Estado, ni los sindicatos “pueden seguir en la simulación” de sólo elevar los salarios mínimos, apunta.
En estas empresas pagan más

Actualmente existen dos iniciativas impulsadas por empresarios para pagar salarios decentes. Una de ellas es Empresas por el Bienestar, ésta fue lanzada en 2019, pero la pandemia le puso una pausa. En ese año los centros de trabajo que se adhirieron se comprometieron a que ninguna persona de sus empleados y empleadas ganaría menos de 6,500 pesos al mes. Este año volvieron a hacer el llamado a más compañías y elevaron el monto mínimo a 7,000 pesos mensuales.

Esos 7,000 pesos son “como ingreso y así debe estar reflejado en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)”, explica Arturo Zapata, quien coordina este esfuerzo. Una práctica común en muchas empresas es pagar a su personal una cantidad superior al SMG, pero inscribirle al IMSS con el salario mínimo para pagar una cuota patronal menor. Las prestaciones no están consideradas dentro de los 7,000 pesos, esas son aparte, recalca el empresario.

“Sabemos que con esa cantidad no se alcanza un nivel de vida digno, pero pretendemos lograrlo en escalones. Desafortunadamente, en un esquema de competencia interna si alguien diera el brinco total y las otras compañías no lo hacen, sería insustentable”, afirma.

El plan es que “un numero importante de empresas lo haga, para que quienes no aceptaron hacerlo al inicio, competitiva y moralmente se vean obligadas a hacerlo”. Algunos de los más de 100 centros de trabajo que se han sumado a esta iniciativa y pagan salarios desde 7,000 pesos son:

Nestlé

Citibanamex

Tajín

Tecnológico de Monterrey

Skandia

Arca Continental

Grupo Nova

El resto pueden ser consultadas en su página de internet.

Aumentar los salarios “tendrá un impacto enorme en la dinámica de bienestar. Las familias que tienen más ingreso disponible lo utilizan y eso genera bienestar incluso con quienes no están formalmente empleados, como un carpintero o un plomero. Cuando la gente tiene mas recursos, pone una toma de agua caliente, o instala un boiler y eso repercute en los ingresos de otras personas”, expresa el ejecutivo.

La segunda iniciativa es México Digno. Impulsada por Enrique Terrazas, propone que las empresas paguen remuneraciones a partir de 9,500 pesos al mes. En México, el 65.8% del valor generado por las empresas va para accionistas y el 33.1% para el personal que produce esas ganancias, señala en entrevista. En Estados Unidos la proporción es 18%, accionistas; 71%, personal. Y en la Unión Europea es 25%, accionistas; 73.6%, colaboradores.

“Debemos olvidarnos ya del salario mínimo. Si tu empresa paga menos de 9,499 por mes, tus colaboradores no viven dignamente Si tus colaboradores no pueden satisfacer sus necesidades básicas, tu empresa no contribuye al desarrollo del país”, apunta.

Todas las personas “tenemos la misma dignidad. Por lo tanto, la empresa debe considerarlas como el centro de la misma para asegurar que esto se cumpla. El salario no sólo debe alcanzar para comer, la gente no sólo vivimos para eso. Deben poder ir al cine, salir a comer o pasear, tener libros. No son lujos, es lo básico”.

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