Gabriella Batalha no lo pensó mucho cuando se dio cuenta de que había salido de Instagram, hasta que al día siguiente descubrió que su cuenta estaba plagada de publicaciones que promocionaban inversiones en criptomonedas de alto rendimiento.

Para recuperar su cuenta, la abogada de 27 años de Río de Janeiro tuvo que pagar alrededor de 40 dólares a un “consultor” que encontró en YouTube; un hombre que, según ella, podría haber sido un estafador.

“Tardé dos días en recuperar mi cuenta, y estaba muy estresada”, explicó.

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Batalha no es la única. Las estafas en línea en Brasil se dispararon un 65% el año pasado, hasta superar las 200 mil, según datos del Anuario Brasileño de Seguridad Pública publicados el mes pasado.

En toda Latinoamérica, los fraudes en línea y los ciberataques están en un “máximo histórico“, afirmó la empresa de ciberseguridad Tenable, lo que plantea un problema urgente para una región bien conectada.

El reciente progreso de Latinoamérica en la inclusión tecnológica ha creado nuevas oportunidades para las estafas, dicen los expertos, con la pandemia alimentando una tendencia hacia la banca móvil y las compras utilizando sistemas de pago como el enormemente popular PIX de Brasil.

La región está cada vez más en línea. En 2022, el 77.9% de la población de América Latina y el Caribe utilizaba internet, frente al 74.8% del año anterior y por encima de la tasa mundial del 66.3%, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).

Casi la mitad de los internautas latinoamericanos pasan una media de seis horas al día en las redes sociales, según un informe de la empresa de ciberseguridad Kaspersky.

“La creciente dependencia de las nuevas tecnologías ha facilitado que los ciberdelincuentes ataquen con mayor frecuencia”, afirmó Kerry-Ann Barrett, especialista en ciberseguridad de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Las amenazas son cada vez más complejas y costosas, y cuestan a la región miles de millones al año, destacó Barrett.

En Perú, una banda estafó en más de 62 mil dólares a una empresa de construcción haciéndose pasar por un banco con un sitio web falso, según la Fiscalía General.

En México, los estafadores se han dirigido a víctimas desprevenidas con falsas ofertas de trabajo a través de mensajes de texto, para incitar a las víctimas a compartir datos personales sensibles, de acuerdo con reportes de la prensa local.

“América Latina es un objetivo prioritario porque tiene una población muy conectada, lo que significa que siempre están expuestos”, dijo Claudio Martinelli, director general para Latinoamérica de Kaspersky.

Las instituciones y los gobiernos también son más vulnerables que en otras partes del mundo. En una clasificación de 93 naciones sobre riesgos de ciberamenazas elaborada por el software de prevención de fraudes SEON, nueve de los 10 países latinoamericanos analizados se situaron en la mitad inferior.

Honduras, Nicaragua y Venezuela figuraban entre los 10 países con mayores riesgos de ciberamenazas.

La región tuvo la mayor proporción de datos desprotegidos en el mundo en 2022, dijo Tenable, lo que hace que las empresas sean vulnerables a amenazas como el ransomware, un tipo de ataque que bloquea una computadora y luego exige dinero para liberarla.

El ransomware fue responsable de seis de cada 10 ataques en 2022, incluido uno al Ministerio de Finanzas de Costa Rica por parte de piratas informáticos rusos, que exigieron 10 millones de dólares.

La capacidad de América Latina para salvaguardarse contra futuros ataques se ve obstaculizada por la falta de regulación y de investigaciones judiciales, dijo Marcos Simplicio, profesor especializado en ciberseguridad de la Universidad de Sao Paulo (USP).

“La delincuencia virtual no es diferente de la física. Mientras genere beneficios, y si hay pocas posibilidades de castigo, continuará”, afirmó.

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