El empleo del hogar remunerado en México continúa por debajo del nivel reportado previo a la pandemia, con casi 236,000 personas todavía desempleadas, principalmente mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En general, la mayor parte de los puestos de trabajo recobrados en casi todos los sectores son los que ocupaban los hombres; mientras las mujeres no puedan reinsertarse al mercado laboral, seguirán sustituyendo las actividades que realizaban las trabajadoras del hogar, explica la economista Aranxa Sánchez.

De hecho, actualmente hay una proporción mayor de hombres en el trabajo del hogar que a inicios del año pasado. En el primer trimestre de 2020 ellos representaban el 8% de las personas en actividades domésticas pagadas y para el tercer trimestre de este año subieron a 11%, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Antes de que apareciera en México la covid-19 —es decir, en el último trimestre de 2019—, había 2.4 millones de personas trabajadoras del hogar. Nueve de cada 10 eran mujeres que limpiaban, lavaban, planchaban, hacían las compras, preparaban los alimentos y cuidaban de otras personas. En cambio, los hombres que son incluidos en las actividades domésticas pagadas son jardineros, choferes o mayordomos, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

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Para el primer trimestre de 2020, la cifra cayó a 2.3 millones. En ese periodo, las autoridades mexicanas ya habían informado sobre los primeros contagios de covid-19, cerraron las escuelas a mediados de marzo y a finales de ese mes decretaron el confinamiento y la suspensión de actividades económicas consideradas no esenciales.

Miles de empleadas del hogar de planta se quedaron atrapadas en las casas donde laboraban, sujetas a jornadas más largas y con más tareas por hacer, y otras fueron despedidas sin liquidación, según ha denunciado el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho).

El tercer trimestre del año pasado (julio-septiembre) fue el de mayor desempleo para las trabajadoras y los trabajadores del hogar desde 2015. En ese momento había poco más de 1 millón 954,000 personas laborando en este sector. Un año después, la cifra reportada por el Inegi para octubre del 2021 es de un poco más de 2.1 millones de personas en una de estas ocupaciones.

Antes de la covid-19 trabajaban 4 días a la semana en promedio. Pero hasta julio de 2021, tenían empleo sólo 3 días, según un estudio de la organización Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO, por su siglal en inglés).

Esta situación ha provocado que más de la mitad de ellas haya tenido que recurrir a préstamos familiares, de amistades o a instituciones. En promedio, deben 2,200 pesos, que es mucho para ellas, enfatiza Tania Espinosa Sánchez, coordinadora en la Ciudad de México para WIEGO.

La principal razón por la que estaban desempleadas el año pasado fue “porque las despidieron. Pero este año hay nuevo obstáculo: la falta de oferta de trabajo. Quienes se quedaron sin trabajo no logran encontrar otro y esto afecta sobre todo a las de mayor edad”.

Lo peor: el 32% reportó que alguna persona adulta en su hogar ha pasado hambre, el 56% redujo el consumo alimentario y 76% dijo que ellas o un miembro la familia se había saltado una comida. “Estos datos nos confirman que los derechos que establece la Ley Federal del Trabajo (LFT) no es garantía su aplicación para la mayoría de las trabajadoras”, señala la activista.
Desempleo femenino y pobreza laboral

“Los grupos más afectados han sido aquéllos que por el tipo de trabajo que desempeñan no pueden realizar teletrabajo. En este ámbito se encuentran las mujeres, quienes además de sufrir caídas en el empleo tuvieron que retirarse del mercado laboral para realizar tareas de cuidado y del hogar”, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en la última edición del reporte Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. La dinámica laboral en una crisis de características inéditas: desafíos de política.

En el primer trimestre de 2020 había más de 55 millones de personas ocupadas en los diferentes sectores de la economía en México. El 60.5% lo representaban hombres y el 39.5%, mujeres. Para el tercer trimestre de ese año la población que seguía trabajando cayó a poco más de 50 millones, 62% eran hombres y 38%, mujeres. Es decir, en la temporada más complicada para encontrar un trabajo o continuar en uno, los hombres aumentaron su participación en el mercado laboral y las mujeres la disminuyeron.

Luego de los meses más difíciles, poco a poco el empleo se ha ido recuperando, incluso el nivel de ocupación actual es mejor que el de inicios del año pasado, pues para octubre del 2021 había más de 56.3 millones de personas ocupadas. Pero han sido los hombres quienes se han beneficiado más, pues ahora el 61% de los puestos es ocupado por ellos, mientras las mujeres participan en el 39% de las plazas.

“Estamos a casi dos años de que empezó la pandemia y las mujeres no han vuelto a los puestos de trabajo, a diferencia de los hombres”, apunta Aranxa Sánchez, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Cuando se habla de la recuperación del empleo se asume que todo está mejorando, pero la mayoría de esos puestos son para el sector masculino y eso tiene consecuencias en el trabajo del hogar remunerado”.

A menos que haya una política pública como un sistema de cuidados, en el que también se involucre el sector privado, esta tendencia no cambiará, prevé la especialista. “Tendría que haber una recuperación del trabajo en general y al mismo tiempo equitativa para hombres y mujeres”, lo cual es casi imposible mientras se sigan sosteniendo que ellas nacieron para cuidar.

Esa idea quizá muchas personas la rechazan, pero en los hechos, las mujeres aportaron todavía la mayor parte del valor del trabajo del hogar y de cuidados en 2020, según el último reporte del Inegi al respecto. Los hombres se responsabilizaron del 27% de estas tareas; las mujeres, del 73 por ciento.

Otro factor por el que muchas trabajadoras del hogar siguen desocupadas se debe a la pobreza laboral, señala Aranxa Sánchez. Si bien hay más personas laborando que antes de la pandemia, sus ingresos no están siendo suficientes ante los altos niveles de inflación, la cual que llegó a 7.3% en octubre pasado.

Entre el segundo y el tercer trimestre de 2021, la población que no podía comprar ni siquiera una canasta alimentaria pasó de 39.9 a 40.7%, según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Es decir, más de 52 millones de personas que generan dinero por un trabajo no pueden alimentarse bien, mucho menos podrán contratar a un empleada del hogar, dice la economista.

Las trabajadoras del hogar se han quedado sin empleo porque otras mujeres absorbieron, sin remuneración, lo que ellas hacían, señala Aranxa Sánchez. Es decir, estas tareas sólo se pasan de una mujer a otra. Pero también las trabajadoras son mujeres y muchas son madres y están padeciendo lo que sus empleadoras. Sin un sistema de cuidados y ante el cierre de escuelas, han tenido dificultades para realizar una doble jornada, la que hacen en su casa y la que hacían en el hogar de alguien más.

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