México es el segundo país con la diáspora más grande y el tercer mayor receptor de remesas enviadas por trabajadoras y trabajadores migrantes. Las más de 11 millones de personas de origen mexicano transfirieron desde el extranjero más 43,000 millones de dólares en un año. En cambio, pese a las ideas surgidas desde la xenofobia, el racismo y el clasismo por la llegada de caravanas migratorias, aquí sólo viven 1.2 millones de inmigrantes que mandan a sus países menos de 1,000 millones de dólares al año, según el Informe Migratorio Mundial 2022.

El documento de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tomó en cuenta la cifra de remesas enviadas a México en 2020. Pero el pasado lunes el Banco de México (Banxico) informó que de enero a noviembre de 2021 el país recibió 46,834 millones de dólares en remesas.

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La mayor parte de la población migrante mexicana se encuentra en Estados Unidos, confirma el reporte. Señala también que aquel país se mantiene, desde 1970, como el mayor receptor de emigrantes e inmigrantes de todo el mundo: el sueño americano, de una vida de trabajo, pero con buena remuneración, continúa vigente. Pero algo ha cambiado, más personas desde Centroamérica buscan llegar hasta esa nación y, al mismo tiempo, hay menos indocumentadas. Esto último se debe a que están siendo retornadas a México.

La pandemia de Covid-19 ha resaltado las desigualdades “profundamente arraigadas en las sociedades modernas de todo el mundo”, indica la OIM en el informe. Y también ha demostrado que las personas trabajadoras migrantes no sólo han sido fundamentales para llevar a cabo “las ocupaciones esenciales, sino también son agentes del desarrollo humano global”, pues aportan a la productividad del país en el que residen y envían remesas al lugar del que provienen.

“Aparte de los impactos relacionados con la salud, muchos quedaron atrapados en la inmovilidad y desempleados, sin apoyo a los ingresos u otra protección social. La pandemia condujo a poblaciones migrantes varadas a gran escala, y algunas experimentaron indigencia, detención y abuso”.

Según el reporte, en todo el mundo hay más de 281 millones de personas migrantes, o sea, el 3.6% de la población global. El 48% es mujer, además, 14.6% son niñas y niños. Más de 169 millones son trabajadoras y trabajadores que hacen circular 702,000 millones de dólares en remesas.
México, de país de origen a receptor

Con casi 18 millones de personas viviendo en el extranjero, la India tiene la mayor población de emigrantes y es también el que más recibe remesas: 83,000 millones de dólares al año. Luego de México, el tercer país de origen migratorio es Rusia, con 10.8 millones de personas que han salido de sus fronteras.

Después de la India, China es el segundo país receptor de remesas, con casi 60 millones de dólares. Como se mencionó antes, México es el tercero. “Los datos existentes indican un aumento global de las remesas en los últimos decenios, pasando de 126,000 millones de dólares en 2000 a 702.000 millones de dólares en 2020”, dice el informe. “A pesar de las predicciones de un gran descenso a causa de la covid-19, en el 2020 la caída fue leve, 2,4%, desde el total mundial de 2019”.

Desde 1995, México se ha mantenido en los cinco primeros lugares en remesas. En 2005 llegó a ser el segundo país, pero siempre ha fluctuado entre el tercer y cuarto lugar.

El reporte indica que los países con altos ingresos “son casi, sin excepción, los principales lugares de procedencia de las remesas”. En 2020 las trabajadoras y los trabajadores migrantes enviaron desde Estados Unidos más de 68,000 millones de dólares a sus países de origen.

“La migración a América del Norte es una característica clave en la región de América Latina y el Caribe. En 2020, más de 25 millones de migrantes habían hecho el viaje hacia el norte” y residían en esa región. Otras 5 millones de personas migrantes de Latinoamérica partieron a Europa en 2020.

Sin embargo, el número de migrantes sin documentos en Estados Unidos ha disminuido, “en parte debido a la migración de retorno a México”. En 2018, de acuerdo con la OIM, alrededor de 11.4 millones de personas vivía en Estados Unidos sin una estancia regulada. Pero una publicación del Centro de Estudios Migratorios estima que esa población disminuyó 12% por ciento desde 2010, “impulsada en gran parte por el regreso de aproximadamente 1.9 millones de migrantes irregulares a México”.

En los últimos años ha habido una “diversidad creciente en los países de origen de los migrantes irregulares que viven en los Estados Unidos”, pues observa un aumento de la población indocumentada de América Central y Asia, principalmente de El Salvador, Guatemala, Honduras, Venezuela e India. La mayoría de esas personas cruzan por México y una buena parte ha decidido quedarse a trabajar aquí.

De acuerdo con el informe, si bien las personas trabajadoras migrantes prefieren los países de altos ingresos, desde 2013 esto ha ido cambiando. Los países más ricos tuvieron una caída de 7.3 puntos porcentuales, al pasar de 74.7% al 67.4% del total de la fuerza laboral. Mientras que los países de ingresos medianos, como México, observaron un aumento de 7.8 puntos porcentuales, en 2013 tenían al 11.7% de las trabajadoras y trabajadores migrantes y para 2021 ya representaban casi el 20 por ciento.

Este cambio “puede estar influenciado por el crecimiento económico en los países de ingresos medios y/o cambios en las regulaciones de inmigración laboral en los países de ingresos altos”. Por ejemplo, a principios de diciembre el gobierno de Joe Biden relanzó el programa Permanece en México, creado por Donald Trump, mediante el cual envia a las personas migrantes no mexicanas a México para que aquí esperen el permiso o la negativa de ingresar a su país.

Según el estudio Inmigración en México: Más apertura, menos barreras, si países desarrollados, como el nuestro, aprovechara el talento migrante, el Producto Interno Bruto (PIB) podría crecer hasta 7 por ciento. Para ello es necesario rompero barreras legislativas, administrativas y, por supuesto, ideológicas.

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