México, la 15ª economía más grande del mundo según el Banco Mundial, es una nación con gran potencial económico y humano. Sin embargo, al compararse con economías de tamaño similar o incluso menores, México tiene una competitividad muy baja a nivel global. Ahora que estamos en épocas de evaluar candidatos Presidenciales, quizá una de las variables más importantes a considerar es entender cuáles son las propuestas para mejorar la competitividad de nuestro país. 

En primer lugar, debemos analizar dónde y por qué México está rezagado. Aunque se destaca como una de las principales economías en América Latina, el país se enfrenta a desafíos significativos en áreas críticas. Uno de los principales obstáculos es la educación. El informe PISA de la OCDE coloca a México consistentemente en los puestos más bajos entre sus miembros en lectura, matemáticas y ciencias. Esta brecha educativa limita el desarrollo de habilidades laborales avanzadas, esenciales para competir en una economía global cada vez más tecnificada.

La innovación es otra área en la que México se encuentra rezagado. Según el Índice Global de Innovación 2022, México se sitúa en el puesto 55 de 132 países, por debajo de naciones más pequeñas como Costa Rica y Malta. La innovación es un motor fundamental para el crecimiento económico, ya que puede aumentar la productividad y dar lugar a nuevas industrias y empleos.

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Un tema muy importante es que, para estándares mundiales, el estado de derecho en México es débil, situándose en el puesto 104 de 128 países en 2022 según el Índice de Estado de Derecho del Banco Mundial. Esta clasificación se deriva de la corrupción y de la inseguridad, creando un ambiente de negocios poco favorable y desalentando la inversión. El Índice de Paz Global 2022 sitúa a México en el lugar 140 de 163 países.  Por otro lado, la desigualdad de ingresos en México es uno de los niveles más altos entre las economías emergentes y los miembros de la OCDE, según el coeficiente Gini del Banco Mundial. 

Para mejorar nuestra competitividad es imperativo tener una estrategia congruente a nuestra realidad, que atienda todos nuestros puntos débiles y apalanque oportunidades de manera integral y exhaustiva. 

Primero, es esencial invertir en educación de calidad y en la formación de habilidades laborales modernas y necesarias. Esto preparará a la fuerza laboral para competir en la economía global y permitirá la construcción de industrias más sofisticadas.

En segundo lugar, es necesario fomentar la innovación a través de mayores inversiones en investigación y desarrollo, así como mediante políticas que promuevan el emprendimiento y la creación de nuevas empresas.

En tercer lugar, México necesita fortalecer su estado de derecho y combatir la corrupción. Esto requiere reformas políticas y legales, así como un compromiso firme por parte del gobierno y una exigencia por parte de la sociedad.

Finalmente, debemos implementar políticas para reducir la desigualdad de ingresos y promover la inclusión social. Esto no solo es beneficioso desde el punto de vista social, sino que también puede ayudar a estabilizar la economía y fomentar un crecimiento económico más sostenible y equitativo. La realidad es que, a pesar de muchos años de demagogia, México sigue siendo un país donde la desigualdad social no ha mejorado.

México tiene un potencial real para mejorar su posición en la economía mundial. Sin embargo, requiere un compromiso serio y un esfuerzo sostenido para abordar nuestros desafíos internos. Con las políticas y reformas adecuadas, México puede aumentar su competitividad y asegurar un futuro más próspero para sus ciudadanos.

Para construir un país con más oportunidades para todos es indispensable que nuestras autoridades económicas exploten correctamente el potencial dormido de tantas décadas. Ahora que estamos en épocas de evaluar candidatos vale la pena analizar con detalle lo que cada quien propone. Es hora de cambiar la trayectoria y dirigirnos hacia una economía más competitiva y equitativa.

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