Nvidia, la empresa estadounidense de microchips y la compañía cotizada más valiosa del mundo, anunció ingresos récord de 57,000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2025, superando las previsiones de Wall Street. La compañía prevé que sus ingresos aumenten nuevamente hasta los 65,000 millones en la última parte del año.

Estos resultados, mejores de lo esperado, tranquilizaron a los inversores globales tras una semana turbulenta para Nvidia y la creciente preocupación por el estallido de la burbuja de la inteligencia artificial (IA).

Hace apenas unas semanas, Nvidia se convirtió en la primera empresa valorada en más de 5 billones de dólares, superando a las demás integrantes del grupo de las “siete magníficas” tecnológicas: Alphabet (propietaria de Google), Amazon, Apple, Tesla, Meta y Microsoft.

Las acciones de Nvidia subieron más del 5%, hasta los 196 dólares, en las operaciones posteriores al cierre de la bolsa inmediatamente después de la publicación de los resultados.

Durante la última semana, se conoció la noticia de que el fondo de inversión del multimillonario tecnológico Peter Thiel había vendido su participación total en Nvidia en el tercer trimestre de 2025: más de medio millón de acciones, con un valor aproximado de 100 millones de dólares.

Pero en ese mismo trimestre, la firma de un multimillonario aún más famoso realizó una sorprendente inversión en Alphabet, lo que demuestra su confianza en la capacidad de Google para obtener beneficios de la era de la inteligencia artificial.

La nueva participación de Buffett en Google

Con sede en Omaha, Nebraska, Estados Unidos, Berkshire Hathaway es un gigante global de las inversiones, liderado durante décadas por el veterano Warren Buffett, de 95 años.

El último informe trimestral de Berkshire Hathaway revela que la compañía acumuló una participación de 4,300 millones de dólares en Alphabet durante el trimestre de septiembre.

La magnitud de la inversión sugiere una decisión estratégica, especialmente considerando que el mismo informe mostró que Berkshire había reducido significativamente su enorme posición en Apple. (Apple sigue siendo la mayor participación individual de Berkshire, con un valor actual de aproximadamente 64,000 millones de dólares).

Buffett está a punto de dejar su cargo como director ejecutivo de Berkshire. Los analistas especulan que esta inversión podría ofrecer una pista, antes de su jubilación, sobre dónde podrían surgir beneficios sostenibles en la economía digital.

El historial de Buffett acertando con empresas con ventajas competitivas sostenibles

Buffett acertó con muchas inversiones a lo largo de las décadas, desde American Express hasta Coca-Cola.

Sin embargo, siempre expresó escepticismo hacia las empresas tecnológicas. También tiene antecedentes de fracasos en grandes apuestas tecnológicas, especialmente con su decepcionante inversión en IBM hace una década.

Tras la reciente salida de Peter Thiel y Masayoshi Son, el hombre más rico de Japón, de Nvidia, podría parecer tentador pensar que el “Oráculo de Omaha” aparece justo cuando la fiesta está terminando.

Pero esta interpretación malinterpreta la filosofía de inversión de Buffett y la naturaleza del negocio de Google.

Buffett no llega tarde a la IA. Está haciendo lo que siempre ha hecho: apostar por una empresa que, en su opinión, posee una “ventaja competitiva sostenible”: una ventaja inherente que mantiene a raya a la competencia.

La última jugada de su firma indica que ven cómo la ventaja competitiva de Google se amplía en la era de la IA generativa.

Dos pilares en la ventaja competitiva de Google

Google ganó la guerra de los motores de búsqueda a finales de la década de 1990 porque sobresalió en dos áreas clave: la reducción del coste de búsqueda y el dominio del marco legal.

Con el paso de los años, esas ventajas actúan como pilares en la ventaja competitiva de Google, manteniendo a raya a la competencia.

Google comprendió antes y mejor que nadie que la reducción del coste de búsqueda —el tiempo y el esfuerzo necesarios para encontrar información fiable— era la principal oportunidad económica de internet.

Los fundadores de la compañía, Sergey Brin y Larry Page, comenzaron con un algoritmo de búsqueda revolucionario. Pero la verdadera innovación fue el modelo de negocio que surgió a continuación: ofrecer búsquedas gratuitas y luego subastar publicidad altamente segmentada junto a los resultados.

Google Ads genera actualmente decenas de miles de millones de dólares al año para Alphabet.

Pero establecer ese modelo de negocio no fue fácil. Google tuvo que sortear las leyes de propiedad intelectual previas a internet y la inquietud global ante el cambio.

El gigante de las búsquedas ha evitado demandas por derechos de autor y marcas registradas, y ha gestionado la atención de los organismos reguladores internacionales, protegiendo su marca de escándalos.

Estas fortalezas empresariales serán cruciales a medida que la IA generativa transforme la forma en que buscamos y genere una nueva ola de escrutinio sobre la propiedad intelectual.

Es probable que Berkshire Hathaway considere la trayectoria de Google en estas áreas como una ventaja que sus rivales no pueden replicar fácilmente.

¿Qué pasaría si la burbuja de la IA estalla?

Quizás la genialidad de la inversión de Berkshire radica en reconocer que, si estalla la burbuja de la IA, podría arrastrar consigo a algunos de los siete gigantes tecnológicos, aunque tal vez no a los más resistentes.

Los gigantes orientados al consumidor, como Google y Apple, probablemente resistirían bien un colapso de la IA. El negocio principal de publicidad de Google superó la crisis financiera mundial de 2008, la crisis de la Covid-19 y el mercado bajista inflacionario de 2022.

Por el contrario, las nuevas megacapitalizaciones, como Nvidia, podrían tener dificultades en una recesión.

Todavía hay muchas posibilidades de que algo salga mal.

No hay garantía de que Google pueda capitalizar la nueva economía de la IA, especialmente con tantos riesgos regulatorios y de propiedad intelectual en curso.

La marca Google, al igual que Buffett, podría simplemente envejecer. Los jóvenes usan cada vez menos los motores de búsqueda y recurren más a la IA o a las redes sociales para obtener respuestas.

Las nuevas tecnologías, como las compras asistidas por agentes o los sistemas de recomendación, pueden prescindir cada vez más de las búsquedas por completo.

Pero con sus ingentes recursos publicitarios online, su experiencia desde los albores del internet comercial y su capacidad para utilizar sus plataformas para fomentar nuevos hábitos entre su vasta base de usuarios, Alphabet dista mucho de ser una mala apuesta.

*Cameron Shackell es investigador adjunto, Centro para el Futuro de las Políticas en Universidad de Queensland y en la Universidad Tecnológica de Queensland.

Este texto fue publicado originalmente en The Conversation

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