El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) advierte que las transferencias de los programas sociales en el actual sexenio no han ayudado a la progresividad, pues han sido muy regresivos y benefician más a la población que pertenece a los deciles de mayores ingresos.

“(La transferencias de los programas sociales) incrementaron los ingresos del primer decil en 24%, sustancial, sí, pero de ahí el beneficio crece sostenidamente hacia los deciles superiores, llegando a 400% para el decil de la población con mayores ingresos”, dice el organismo dirigido por Carlos Hurtado.

Añade que los resultados de los programas sociales no benefician más a quienes más lo necesitan: “Esto se debe probablemente a que los padrones de beneficiarios no están bien hechos. En todo caso, es injustificable que los programas sociales no muestran progresividad alguna en ningún tramo de ingreso”.

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“Hemos sostenido en este espacio que los programas sociales en la actualidad son básicamente asistenciales que, si bien benefician a los hogares que los reciben, en su mayoría carecen de incentivos para romper el ciclo de perpetuación de la pobreza”, señala el CEESP.

La regresividad en el efecto de los programas sociales sobre los ingresos se aprecia también en términos de su cobertura, manifiesta el centro de investigación.

El órgano asesor en materia económica del Consejo Coordinador Empresarial y de empresas de primer nivel en México refiere que las cifras de la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 —realizada por el Inegi de forma bianual para conocer los ingresos y gastos de los hogares en cuanto a su monto, procedencia y distribución— contribuye a apreciar la calidad de vida de los hogares. 

Debido a que 2020 fue un año claramente atípico, conviene comparar las cifras de la encuesta de 2018 a fin de apreciar los progresos o retrocesos a lo largo de esos cuatro años, detalla. 

“Ello no impide que las cifras estén afectadas de alguna forma por la pandemia, pero al menos da una visión menos distorsionada que las comparaciones entre 2020 y 2022”, sostiene.

En 2022, el promedio nacional de integrantes del hogar cayó de 3.6 a 3.43 personas respecto a 2018; de ellos, los que perciben ingresos pasaron de 2.38 a 2.25 y los ocupados por hogar disminuyeron de 1.7 a 1.65, acota el CEESP.

“En 2022 el ingreso corriente trimestral promedio de los hogares se ubicó en 63 mil 695 pesos y fue 4.6% mayor en términos reales respecto al 2018”, precisa.

Al desglosar el dato, los ingresos por trabajo —la principal fuente de recursos de los hogares con prácticamente dos terceras partes del ingreso corriente total— aumentaron 2.1% respecto a 2018, mientras que los ingresos por transferencias crecieron 17%.

Los ingresos por transferencias aportaron más de la mitad (57%) del crecimiento del ingreso total: “Ello refleja su importancia dentro de las fuentes de recursos de los hogares”, señala el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

Destacan las transferencias de jubilaciones y pensiones y las de beneficios de programas gubernamentales, es decir, los programas sociales, comenta.

Explica que las pensiones y jubilaciones crecieron en 22% entre 2018 y los programas sociales crecieron 101%, cada uno aportó el 32% del crecimiento total de los ingresos.

Entre 2018 y 2022 hubo una mejoría en la distribución del ingreso. Como resultado, el índice de Gini bajó de 0.426 a 0.402, es decir que se redujo la desigualdad.

El ingreso del primer decil de los hogares (el de menores ingresos) aumentó 20% entre 2018 y 2022 y los aumentos bajan gradualmente hasta el decil 9 (4.6%) y el último decil muestra una ligera reducción (-2.2%).

“La evolución de los ingresos de los hogares tuvo un efecto progresivo en la distribución del ingreso. Es decir, benefició relativamente más a los deciles de menores ingresos y menos a los deciles más favorecidos”, detalla el CEESP.

La progresividad de la evolución de los ingresos se debió a los ingresos del trabajo, particularmente al subordinado. Muy probablemente ello es resultado de los elevados aumentos del salario mínimo, ya que los ingresos más elevados se dieron en los dos deciles más bajos de la distribución, 41 y 15%, para después caer sustancialmente.

Transferencias de programas sociales aumentaron más para los ricos

Las transferencias, por su parte, arrojaron más bien una ligera regresividad. Es decir, entre 2018 y 2022 crecieron más para los deciles más altos y menos para los primeros.

“En 2018, el 28% de los hogares se beneficiaron de dichos programas gubernamentales y en 2022 aumentó a 34%”, expresa el CEESP.

Pero el porcentaje de los hogares que los recibió en los dos deciles más desfavorecidos cayó mientras que el de los dos de mayores ingresos se incrementó, añade.

Por el lado de los ingresos, en la presentación del comparativo del ingreso promedio trimestral monetario por grupos específicos entre 2016 y 2022, resaltan dos puntos para los que, al menos en el CEESP, no hay explicación clara.

Por grupos de edad en ese periodo, el mayor crecimiento de los ingresos en promedio se da para el segmento de 12 a 19 años (20.9% contra el general de 9.6%), mientras que el grupo de adultos mayores (60 años y más) decrece 13%. 

“Esto último sorprende en virtud dada la importancia que de los montos de las pensiones no contributivas para adultos mayores y su crecimiento en los últimos años”, apunta.

Los ingresos para quienes han cursado total o parcialmente hasta la primaria aumentaron 34% entre 2016 y 2022, mientras que los grupos con preparatoria, estudios profesionales y posgrado cayeron 1, 14 y 34% respectivamente.

Por el lado del gasto de los hogares, la ENIGH indica que en 2022 el gasto corriente monetario promedio trimestral fue de 39,965 pesos, 2.1% mayor respecto al 2018. La evolución de la mayoría de los rubros en ese periodo es inercial, sin grandes cambios de tendencia. 

No obstante, las cifras de gasto revelan al menos dos aspectos que apuntan a la regresividad. Uno es el aumento de 30.9% en el gasto de los hogares en cuidados de la salud, que naturalmente afecta más a los hogares de menores ingresos y a los que carecen de cobertura por parte del IMSS o ISSSTE.

“Esto no sorprende, ya que es evidente que el sistema de salud ha sido objeto de diversas políticas improvisadas y desinformadas que han generado una menor cobertura en la provisión de servicios, debido a la sustitución del Seguro Popular por un Insabi sin la capacidad necesaria, y una escasez de medicamentos al intentar en varias ocasiones la centralización en el gobierno federal de la compra y distribución, que requieren de conocimiento y experiencia especializadas”.

“Otro factor de regresividad es la inflación que se ha acentuado particularmente en alimentos, bebidas y tabaco, en el que los hogares de menores ingresos gastan la proporción más elevada. Su precio, relativo al nivel general de precios, aumentó 12% entre 2018 y 2022”, destaca el CEESP.

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