La situación de la seguridad alimentaria en el mundo sigue agudizándose, y se refleja no solo en los discursos políticos, sino, y en primer lugar, en cifras reales. Así, la directora de la empresa analítica Gro Intelligence, Sara Menker, advirtió el 19 de mayo en su reporte ante el Consejo de Seguridad de la ONU que las reservas mundiales del trigo están a unas 10 semanas de agotarse.
Las causas de la crisis alimentaria actual no se reducen solamente al actual conflicto entre Rusia y Ucrania, países clave en el suministro de esta y algunas otras culturas, y las consecutivas sanciones antirrusas por parte de Occidente, sino que también incluyen a los efectos adversos de la pandemia del covid-19, la perturbación de las cadenas de suministro, así como fenómenos naturales extremos, entre otras.
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Precios al alza
El 16 de mayo los precios del trigo en Europa marcaron un récord histórico tras dispararse hasta 456.68 dólares por tonelada en la bolsa Euronext, según informó la agencia AFP. En la misma jornada, los contratos de futuros de trigo en la bolsa de Chicago, en algún momento, se situaron en los 12,47 dólares por bushel (unidad de medida para granos, equivalente a unos 27 kilogramos). El medio precisaba en su artículo que los precios globales del cereal crecieron en el 40 % desde el inicio de los combates en Ucrania.
Sin embargo, expertos indican que la crisis actual no empezó tras el inicio del operativo militar ruso en Ucrania. “Quiero empezar diciendo explícitamente que la guerra entre Rusia y Ucrania no inició la crisis de seguridad alimentaria. Simplemente echó leña al fuego que ya ardía desde hace tiempo”, destacó Menker en su informe ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
“Una crisis de la que detectamos temblores mucho antes de que la pandemia del coronavirus pusiera de manifiesto la fragilidad de nuestras cadenas de suministro. Comparto esto porque creemos que es importante que todos ustedes entiendan que, incluso si la guerra terminara mañana, nuestro problema de seguridad alimentaria no va a desaparecer a corto plazo sin una acción concertada”, enfatizó.
Según ella, la situación es peor que los años 2007 y 2008, y actualmente existen cinco retos que ocurren simultáneamente: falta de fertilizantes, perturbaciones climáticas, inventarios mínimos de aceites de cocina, inventarios mínimos de cereales y cuellos de botella logísticos.
Por su parte, David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), se hizo eco de las alarmas de Menker, al indicar que la actual crisis ya desemboca en protestas y disturbios en Sri Lanka, Indonesia, Pakistán y Perú. “Ya hemos visto dinámicas desestabilizadoras en el Sahel desde Burkina Faso, Mali, Chad… son solo señales de lo que está por venir”, afirmó en la misma sesión del Consejo de Seguridad.
Otros datos inquietantes se revelan en un reporte del grupo Eurasia Group and DevryBV Sustainable Strategies, publicado este 23 de mayo, donde se concluyó que con una probabilidad del 95 %, el número de individuos en condiciones de inseguridad alimentaria crecerá entre unos 142-243 millones hasta noviembre. Este índice se situaba en 1.600 millones de personas para mediados de este mayo.
La India: calor y prohibición de exportaciones
Uno de los factores que contribuyeron al agravamiento de la seguridad alimentaria, y con el trigo en particular, fue la ola de calor extremo que golpeó a la India a finales de abril y a principios de mayo. Las temperaturas llegaban a casi 50 grados.
Además, las autoridades indias decidieron prohibir la exportación del trigo en vista del “repentino aumento de los precios mundiales del trigo” que se registró por “numerosos factores que ponen en peligro la seguridad alimentaria de la India, los países vecinos y otros países vulnerables”.
¿Quién tiene la culpa?
Líderes occidentales responsabilizan a Rusia por la actual crisis, apuntando a que Moscú bloqueó los puertos ucranianos en el mar Negro, lo que impide a Kiev exportar su trigo. En particular, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, estimó que el suministro de alimentos para millones de personas en todo el mundo “ha sido literalmente rehén de los militares rusos”.
En este sentido, culpó a Moscú de usar la comida como un arma para cumplir con los objetivos del operativo militar, al tiempo que señaló que 20 millones de toneladas de grano permanecen sin utilizar en los silos ucranianos.
Entre otras declaraciones, se destacan las de la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, quien arremetió contra Rusia el 14 de mayo por librar “una guerra de cereales”, advirtiendo que el mundo puede enfrentarse a una “hambruna brutal”.
Por su parte, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que las acciones de Moscú “no influyen de ninguna manera en los problemas alimentarios en el mundo”, y que las dificultades con los suministros surgieron por “la imposición por Occidente de sanciones ilegítimas” (por ejemplo, la prohibición de entrada a los puertos para los buques rusos); situación que se complica por el minado de los puertos por Ucrania. Además, señaló en otra intervención que la crisis alimentaria fue creada “únicamente” por los esfuerzos de Occidente.
Mientras, el presidente Vladímir Putin señaló que las sanciones occidentales contra Rusia “provocan en gran medida” una crisis global. Además, subrayó que los países más pobres del planeta ya se enfrentan a una amenaza de hambruna. El mandatario recalcó que “la culpa por esto recae en su totalidad en las élites de los países occidentales”.
Vías para resolver
El secretario general de la ONU, Antonio Gútteres, abogó el 19 de mayo por reintegrar la producción agrícola de Ucrania, los alimentos y los fertilizantes provenientes de Rusia y Bielorrusia en el mercado mundial. En este sentido, aseguró que la institución trabaja para alcanzar un acuerdo que permita la vuelta de los suministros ucranianos por el mar Negro, al tiempo que los productos rusos llegarán a sus destinatarios sin restricciones.
Mientras, el representante permanente de Rusia ante el organismo, Vasili Nebenzia, recalcó que el trigo ucraniano se transporta fuera del país por vía ferroviaria, así como en barcazas por Danubio. “¿A dónde va? Tenemos la razonable sospecha de que este grano no va para satisfacer las necesidades hambrientas del sur global, sino que se bombea a los graneros de los países europeos. Tenemos entendido que Ucrania está pagando por las armas suministradas por Occidente”, acentuó.
Por su parte, Putin indicó este jueves en su conversación telefónica con el primer ministro italiano, Mario Draghi, que Moscú está dispuesto a contribuir “de forma importante” a la solución de la crisis alimentaria, exportando cereales y fertilizantes, siempre y cuando se levanten las sanciones impuestas por algunos países a raíz del operativo ruso.
Además, el Ministerio de Defensa de Rusia informó la misma jornada sobre la apertura diaria de un corredor humanitario en el mar de Azov para la salida de los buques extranjeros de la ciudad de Mariúpol (Donbass) y organizó otra vía para la salida de las embarcaciones foráneas de los puertos ucranianos en el mar Negro.
Pese a los llamamientos de Gúterres, desde la Administración del presidente de EE.UU., Joe Biden, aseguraron que no van a relajar las sanciones impuestas contra Moscú, porque ellas no están detrás de la suba de los precios de los alimentos.
En esta misma línea, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, aseguró que las restricciones no están causando interrupciones a las exportaciones agrícolas de Rusia” y agregó que “fueron diseñadas específicamente para permitir la exportación de productos agrícolas y fertilizantes de Rusia”.