A los seis años de Javier Duarte y a los dos de Yunes Linares que se perdieron en la mediocridad de los resultados de gobierno, deben agregarse los primeros 45 días de la etapa cuitlahuista, en que tampoco ha podido moverse la estructura administrativa en beneficio de los veracruzanos. La inacción es el sello incuestionable.

Los que sí se han movido, han sido los funcionarios designados por Cuitláhuac García. La mayoría de ellos, para colocar a sus gentes y a los enviados desde palacio. Han sido los secretarios de Gobierno y de Salud los únicos que han salido de sus oficinas y se han atrevido a anunciar acciones, programas o proyectos, y a hacer sentir que hubo cambio de estafeta.

Los demás han cobrado religiosamente sus emolumentos. Y a lo más que se han atrevido, es a obedecer la consigna seflipanesca de despedir determinados porcentajes de burócratas. Eso es todo, con relación a los jefes de los nuevos y dorados tiempos de la Cuarta transformación.

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Respecto a los empleados estatales que no fueron despedidos durante los primeros tres días de diciembre, estos han pasado tres largas quincenas de preocupación o terror al sentirse bajo la imaginaria o real cuchilla morenista. A los que mejor les ha ido, es a aquellos que “solamente” recibirán un ajuste en sus compensaciones a partir de enero, pero debido a una “obligada austeridad”. Ayer debieron empezar a constatar que el cambio de colores políticos no necesariamente implicaba un mejoramiento de su situación laboral.

Por cuanto hace a la sociedad veracruzana, esta tendrá que esperar, primero, que los morenistas secretarios, subsecretarios y directores generales, aprendan a ser funcionarios de gobierno y a funcionar al servicio de la población. Después, que haya presupuestos para trabajar y, por último, a que conozcan la planeación aprobada por el gobernador. Sólo en ese ulterior momento, comenzarán a fluir las cosas de Palacio, que hasta ahora van despacio.

Y porqué va todo tan lento, como desde hace un poco más de ocho años. Dicen en el pueblo sabio de las redes sociales que, como los nuevos jefes no van a ser corruptos como todos los anteriores, las cosas saldrán, cuando tengan que salir, sin problema alguno para los nombrados y para los que quieran o se atrevan a reclamar. 

Ya a Hipólito Rodríguez y a varios de los demás embajadores del morenismo en Veracruz, los acusan de no servir como autoridades; que no entregan obras, o que se les desencarpetan las carpetas asfálticas recién colocadas (caso Xalapa). O como en Coatzacoalcos, donde parece que el carrancista alcalde sólo le rinde cuentas y cuentos sin energía a la poderosa secretaria Nahle, mientras se le cae el municipio y terminan de asesinar y sepultar a su gente. De los demás alcaldes morenistas nadie sabe, o porque se volvieron invisibles o porque están bajo las siete llaves de sus domicilios. Y el resto de los munícipes, casi todos ellos apanicados porque viene la época de los descubrimientos orfianos.

Ojalá y que el Ejecutivo Estatal accione los mecanismos correspondientes para hacer sentir a los veracruzanos que hay gobierno, y que este se propone ser mejor que los anteriores. Que no se piense que por estos días nada es lo que hay.

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