La historia nos cuenta los sacrificios humanos que realizaban los aztecas en Tenochtitlan con propósitos religiosos. Las guerras floridas que sostenían periódicamente con los pueblos sometidos, eran ejercicios militares para fortalecer a sus guerreros y atrapar prisioneros destinados a la piedra de sacrificios.

Después de sacarles el corazón en lo alto del Templo Mayor, arrojaban los cuerpos escaleras abajo ante el beneplácito de la población. Era la forma en que los aztecas adoraban a sus dioses para que éstos los protegieran.

El tema viene a cuento porque este mes el país vive horas que hacen pensar en despeñaderos y en sacrificios.

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La manera como se anunció el aumento a las gasolinas a finales de diciembre pasado, provocó en enero la aparición de un inédito movimiento nacional en contra de la medida y del propio gobierno de Enrique Peña Nieto. De la nada surgieron saqueadores de supermercados al estilo de los pueblos más atrasados del planeta.

El origen de los saqueos fue atribuido a estrategias del gobierno federal o a la intervención de activistas dirigidos por Andrés Manuel López Obrador, el temible candidato del sector más duro de la izquierda.

Esto llevó a un control de daños por parte del gobierno central, en la forma de un pacto nacional para apoyo a la economía, que en automático tuvo inconformes anteayer. Para hacer valer su posición, los integrantes de la Coparmex –los empresarios e industriales de la derecha–, presentaron ayer una contrapropuesta. Varios gobernadores de la Conago también se manifestaron en contra, aunque de manera paralela realizaron reuniones con algunos secretarios de estado.

Pero además de ello, hace pocos días se dio el regreso de Luis Videgaray al gabinete como secretario de relaciones exteriores. De inmediato, el nuevo canciller mexicano se vio apabullado por la crítica de varios sectores que lo culpan de ser artífice del famoso gasolinazo. Otros lo cuestionan por considerarlo el delfín sucesorio para la próxima presidencia. Y para cerrar el día de ayer, el dólar se colocó a 22.10 pesos.

Por todo esto, es posible que la opinión nacional sobre el primer mandatario sea la más baja de su periodo y ponga en terrible riesgo la elección de su sucesor, si es que pretende que sea de su partido. Ante esta circunstancia, es creíble que la oficina de la presidencia esté pensando en un distractor social que mitigue este efecto en contra.

De ser así, es probable que conduzcan a la piedra de sacrificios a un personaje que deben tener a buen recaudo, portando en su muñeca una eficiente pulsera con un GPS (geo posicionador satelital). Este podría ser el caso de Javier Duarte, ex gobernador veracruzano prófugo de la justicia.

Porque nadie cree que la presidencia de la república ignora su paradero. Por el contrario, la sociedad piensa que Duarte ha sido localizado y será sacado al público en el momento en que el sistema lo necesite. Y pudiera ser que éste, sea el momento más indicado.

Y es que podría decirse que Enrique Peña Nieto se encuentra al borde de un despeñadero. Por ello, y para tratar de salvarlo de una caída, sería oportuno colocar en la piedra de los sacrificios a Javier Duarte, y que sea él, y no el presidente, quien tenga que rodar escaleras abajo desde el templo mayor del país.

Su caída causaría un benéfico efecto en Veracruz, deteniendo el descenso del gobernador Yunes Linares en la opinión favorable de la sociedad estatal, a causa de su arriesgada gestión y de sus incumplidas promesas de encarcelar a su antecesor y a sus secuaces.

 

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