Ayer fue un día estratégico y triunfal para AMLO. Donald Trump firmó el nuevo tratado de libre comercio con Canadá y México y no escatimó palabras en favor del presidente López Obrador. Aunque casi al mismo tiempo el mandatario estadounidense dijo que los mexicanos están pagando el famoso muro que él promueve, la realidad es que fuera de esa molesta aseveración, sólo falta el último trámite en Canadá para que el T-MEC inicie operaciones, en sustitución del TLCAN o TLC que vence en fecha próxima.

Puede afirmarse que el gobierno federal inicia así una etapa más esperanzadora. Hubiera sido una tragedia que ese tratado comercial no se aprobara en las tres naciones. Muchas empresas, hombres del capital y dirigentes sindicales lo esperaban ansiosamente, junto a millones de trabajadores que quizá saldrían perjudicados.

Andrés Manuel debe haber estado eufórico con su gente cercana. Marcelo Ebrard dio su discurso en positivo, señalando que termina la incertidumbre, y el presidente de la república hizo un anuncio destacado: Alfonso Romo, el jefe de la oficina de la presidencia, encabezará un gabinete para el crecimiento económico, cuya misión será la potenciar el Tratado y promover inversiones en el país.

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Y esto recuerda la parafernalia sobre el primer tratado (el célebre TLCAN) en la época de Carlos Salinas de Gortari, cuando este pensaba crear su partido Solidaridad y todo se dibujaba fenomenalmente para la continuidad salinista. El presidente casi acariciaba la cereza del pastel por ese gran logro internacional, cuando el primer día de enero de 1994, el subcomandante Marcos y el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) hicieron su aparición militar en Chiapas. Vino el desastre, decenas de muertos en esa pequeña guerra, al poco tiempo asesinaron al candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, y tuvo que entrar al quite Ernesto Zedillo, y con ello, el triste adiós a todos los sueños de magnificencia y cacicazgo nacional del mandatario chaparrito en la estatura y empequeñecido por esas agobiantes circunstancias.

Pero Andrés Manuel no puede permitir que eso se le repita a él. Para conseguirlo, tendrá que hacer a un lado su soberbia y modificar muchas cosas, si en verdad quiere que no se le vuelva calabaza el incipiente avance de la 4T. Tal vez al estilo de varios regímenes anteriores, podría convocar a la celebración de pactos sociales y con los sectores del campo, de la industria y demás dirigencias, integrando a todas aquellas fuerzas productivas y multicolores que ha pisoteado y menospreciado. 

Y pensando en la posibilidad y las costumbres de la repetición y copia, tan gustada y fomentada en los mandatarios de MORENA. No se descarta que los gobernadores, incluso de otros partidos, copien el modelo de los gabinetes económicos, como este de Romo, para multiplicar los efectos del T-MEC. 

Si eso se diera, en efecto, vendría la primera caballada jarocha en favor de la reactivación de la economía veracruzana a través de las benditas redes sociales. 

Imagine usted un gabinete veracruzano de reactivación económica, integrado por los siguientes personajes: Enrique Nachón, Xóchitl Arbesú y Guadalupe Argüelles, y si se piensa que a esta tercia le falta potencia y alcance en las verbalizaciones y en los textos, esta se incrementaría con gente entusiasta con habilidades y gusto similar por viralizar sus logros virtuales. Y por parte de la sociedad, dos señores que gustan representar a la iniciativa privada, personalidades como Carlos García Méndez y Carlos Salvador Abreu Domínguez, dos persistentes soñadores y buscadores de la alcaldía xalapeña.

Lo ideal en este posible gabinete de alcance estatal, sería que los auténticos empresarios de peso y de pesos, quisieran sumarse a un esfuerzo real por la reactivación productiva de Veracruz, cuya economía lamentablemente está por los suelos, aunque los responsables oficiales la presumen en cansinos esquemas 24-7 vía internet.

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