A partir del primer segundo de este jueves, iniciará el obligado periodo de silencio que establece la ley antes de la elección, y que consiste en acallar las voces y los temas de campaña de los diferentes candidatos, durante los tres días previos a las votaciones que ocurrirán el domingo siguiente.

Y para una buena cifra de personajes en todo el país este periodo se convertirá en una larga jornada de 72 horas de terror, en las que pueden quedar pulverizadas muchas ambiciones y miles de proyectos y sueños por alcanzar el poder y la serie de prebendas que trae aparejadas.

Los primeros que sufren esta preocupación son los poderosos grupos de poder político que han mantenido el gobierno de la república en sus manos. El terror tiene que ver con las amenazas de revisión de procesos burocráticos y las posibilidades de cárcel que esto conlleva.

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Los que siguen, son los grupos empresariales que han financiado muchas de las campañas anteriores, y que pudieran ya no recibir las contraprestaciones a que están acostumbrados y que se cristalizan vía contratos de obras de infraestructura, de otorgamiento de concesiones, de gigantescos suministros al gobierno y de prestación de costosos servicios de toda índole.

Otros más que ven con ansia esta etapa, son los multimillonarios inversionistas extranjeros que podrían minar sus posibilidades de desarrollar negocios en el suelo patrio, donde desleales funcionarios han desarrollado en su beneficio, reglamentaciones laxas y contrarias a los derechos humanos y al orden ambiental.

También sufren espasmos y desvelos, los delincuentes de cuello blanco y los de horca y cuchillo que podrían encontrarse con nuevos tiempos y duras circunstancias que castiguen tajantemente o que limiten sus movimientos por dependencias de gobierno y territorios estatales.

En el nivel federal, los sectores sociales, políticos y equipos inversores, se han ido acomodando ante el inminente triunfo de Andrés Manuel López Obrador, quien parece encaminado a la silla principal del palacio nacional. A estas alturas de la contienda, los grupos de poder están alineándose para tratar de sufrir los menores daños.

Pero en estados donde aún no hay un ganador claro en las encuestas, donde las cosas no se han definido, los grupos contendientes afinan estrategias y armas rumbo a la batalla final del domingo primero de julio.

En Veracruz, desde la semana anterior se han dado una serie de acontecimientos y señales que denotan nerviosismo, ansiedad, preocupación, miedo, pánico y hasta espeluznante terror, por lo que pueda suceder esa noche de domingo, cuando se tengan todas las actas electorales en cada uno de los cuartos de guerra de los candidatos.

Hasta ese momento, los impulsores y estrategas de los candidatos a gobernador, sabrán si funcionaron los acarreos de votantes, la compra masiva de votos, los actos de intimidación, las trampas en las casillas y la subasta de militancias al mejor postor.

Se sabrá si valieron de algo los cuantiosos recursos invertidos en los “acomedidos” difusores orgánicos de los candidatos a gobernador, o los millones de pesos gastados para promoción de imagen en redes sociales. Se sabrá si los líderes regionales o de colonias y congregaciones, no se perdieron en el monte con todo y reata, para no hacer el tradicional desayuno o la consabida campaña casa por casa para empujar al indeciso electorado a las urnas.

Hasta ese instante se sabrá si los contendientes a la gubernatura de las alianzas Por México al frente o de Juntos haremos historia, logran la adecuada diferencia de votos, que les asegure el triunfo en los tribunales electorales adonde la elección los pudiera arrastrar. Miguel Ángel Yunes Márquez y Cuitláhuac García Jiménez pasarán el día con poco apetito y frotándose las nerviosas manos, apurando a sus colaboradores inmediatos.

Angustia que también compartirá Dante Delgado, quien a media tarde verificará si dieron en el blanco sus afiladas y convenencieras flechas, o si tendrá que irse de Veracruz con sus anaranjados honores a esperar que Enrique Alfaro le comparta un poco de gloria en su triunfo como gobernador electo de Jalisco.

O la decepción de Pepe Yunes y los diferentes candidatos priistas, quienes esperarán a conocer si obtuvieron votaciones con medianía que les permita conseguir algunos escaños en el Congreso de La Unión o en el Congreso del Estado. Porque de no conseguir cifras decorosas, el PRI marchará hacia la refundación o hará camino al olvido.

En las colonias y localidades de las ciudades y del interior de los municipios, los pequeños liderazgos y los aguerridos militantes de siempre, esperarán angustiados a la media noche para saber si sus gallos particulares ganaron las elecciones distritales, y con ello seguir recibiendo las migajas que les suelten desde las alturas.

Setenta y dos horas de preocupación, para ellos y para los veracruzanos que quieren creer en un futuro mejor. Horas que pueden terminar en una fría noche de terror o en una esperanzadora espera del cálido sol de julio.

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