Los estudiosos del tema del agua han dicho que el sureste de la república es la región poseedora del mayor porcentaje del agua dulce nacional. También dicen que a causa de fugas en el subsuelo se han calculado pérdidas de hasta el 60% del liquido que se potabiliza en el país.

Pero en el tema de las fugas y faltantes, también se han hecho famosos otro tipo de perjuicios y desperdicios que tienen que ver con el lodo más hediondo. En el occidente de México se recuerda el uso patrimonial que han tenido organismos operadores de agua: Acapulco es uno de esos casos inolvidables.

A pesar de ser la urbe más grande del centro de la república, en la Ciudad de México tampoco cantan mal las rancheras en los manejos turbios del agua. En el área federal, hasta al panista José Luis Luege Tamargo, uno de los operadores de cabecera de Felipe Calderón y Margarita Zavala, le recuerdan de vez en vez sus tropelías, componendas y altas cuotas para contratar obras hidráulicas, que dicen, exigía cuando estuvo a cargo de la Conagua.

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En Veracruz, donde tenemos siete grandes cuencas por donde escurre la tercera parte del agua que existe en el país, además de las fugas de las tuberías bajo tierra, se sufren constantes pérdidas y robos en los organismos operadores de agua y saneamiento, debido a todo tipo de fallas físicas y triquiñuelas posibles.

“Lo del agua, al agua”, señala una de las máximas del sector hídrico. Por citar sólo algunos casos de podredumbre burocrática en organismos operadores de agua, podemos hablar de Poza Rica, donde el manejo de tuberías y cañerías ha generado interesantes fortunas además de financiar algunas campañas políticas.

Podemos citar a Coatzacoalcos y su organismo operador, la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento, que durante una década tuvo en su caja fuerte y en sus manos Tony Macías, el suegro más afortunado que ha conocido Veracruz.

En efecto, los temas de la Comisión de Agua de Coatzacoalcos dan para escribir el libro de las atrocidades administrativas, como ya lo hace el periodista Mussio Cárdenas en su certera columna. En esa generosa “empresa”, a decir de algunas fuentes del antiguo Puerto México, se ha financiado de todo y hasta el sueldo del personal de una escuela particular ubicada en la ciudad de Veracruz. Quizá algún día alguna instancia fiscalizadora nos quiera desvelar los detalles de ese lindo capricho amoroso del sureste.

Pero no olvidemos el puerto de Veracruz, donde el organismo operador ha dado suculentos negocios hasta por dar servicio a los barcos que cruzan por la bahía. Este organismo pronto dará de qué hablar por estar sumergido en el lodo del caso Odebrecht, cuya guadaña está alcanzando a varios políticos mexicanos.

Y ni se diga la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa, donde también han llegado toda clase de personajes, algunos de fina estampa y otros de suaves maneras, casi todos buenos para exprimirle jugosos dividendos a esas tuberías y caños convenientemente oscuros. Porque, por sus pasillos y nóminas confidenciales, circulan no pocos individuos buenos para el rollo y la promoción mediática y en redes sociales, que poco o nada saben del asunto del agua potable, enturbiada y entubada y de sus dilemas existenciales en las colonias marginadas.

Pero también se debe revisar y voltear al derecho y al revés a la propia Comisión de Agua del Estado de Veracruz (CAEV), donde todo es autocomplacencia e importamadrismo, en manos de un salteador de caminos y veredas que lleva meses sin hacer nada. Un área que, por cierto, ya proporcionó a un finíssimo reo en Pacho Nuevo, que era parte del equipo duartista.

Bien dice el investigador Rafael Arias, uno de nuestros mayores expertos en el tema de las cuencas hídricas, la pobreza y las necesidades sociales. Como se hace con el líquido potable, el asunto del agua en Veracruz, debe aclararse y transparentarse desde la propia turbiedad en que pervive. Evitemos que detone una apestosa bomba de tiempo que bañe de suciedad y materia fecal al estado.

Hasta el momento, nadie le entra a potabilizar este caudal de corrupción.

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