Perseguir hasta encarcelar a Duarte y a su gente, en primer lugar. Dirigir la seguridad pública y la procuración de justicia, con ese nivel de prioridad. Del bien común, que un gobernante debe procurar a la sociedad, es mejor que cada veracruzano opine, según perciba. Fuera de eso, nadie espera resultados del primer año de gobierno de Yunes Linares. En Veracruz, todos sabemos a qué se ha dedicado.

Tiene años que la población no ve obras relevantes. Las escasísimas, que se han inaugurado o que continúan, son obras que llevan varios años, con inversiones aplicadas que semejan a la arena en la palma de la mano cuando le echan agua.

El informe del próximo 15 de noviembre será, siguiendo la costumbre de los últimos tiempos, una serie de apreciaciones, promesas, quejumbres y saltos al vacío. Quizá lo único bueno que contenga, es, por fin, la cifra definitiva de lo que el gobierno estatal le debe a bancos, proveedores y etcéteras.

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Malo sería que ni eso aclarara. Y peor aún, porque de las cifras cambiantes de Gómez Pelegrín en el último año duartista, pasamos a la opacidad y evasión total con Clementina Guerrero, a quien con sorna preguntaban Tula… ¿traes? Del doctor Guillermo Moreno, quien parece traer una chazarilla de fuerza, no se espera mucho que digamos.

A fin de cuentas, conscientes de la escasez de recursos públicos, lo que los veracruzanos requieren, es partir de un conocimiento pleno del sitio dónde estamos parados, para buscar desde ahí, impulsarnos y salir adelante.

Si el gobernador no pone un alto a la especulación en los dineros y en las deudas, tampoco podrá el estado subir peldaños o saltar hacia mejores horizontes. Cómo hacerlo, si no se sabe desde qué escalón hay que avanzar, o cuál es la base de la que se tiene que saltar hacia el otro lado del pantano.

Resultados, ya sea como avances, obras, programas, índices mejorados, o proyectos ejecutivos realizados, no se deben esperar, so pena de llevarse una amarga sorpresa.

Pero sí es necesario, ya dar a conocer cuánto y a quién se le debe. Las cifras totales y definitivas. Ya fueron muchos meses de revisiones para que se tenga esa información. Ya depuradas las exigencias, las peticiones y los compromisos políticos, pueden existir números finales. Seguramente, las aclaraciones, infidencias y delaciones de los que fueron tesoreros y subsecretarios de Finanzas -que no están presos-, ya permiten datos precisos de ingresos, fondos, estados de cuenta, transferencias y cierres de ejercicios.

Aunque no debemos olvidar que las cuentas claras, tampoco se ofrecieron. Tenemos que reconocerlo.

Pero hay una necesidad. Sería sano que los veracruzanos fuéramos enterados de los números finales del duartismo. Que el señor gobernador, uno de los pocos que ya sabe, nos comparta, por fin y de manera oficial, a cuánto asciende lo perdido, y cuánto debemos, y a quiénes. Y es que hasta ahora, muy pocos son quienes lo saben.

Sería un acto de justicia informativa, que no poética. Porque, eso sí, la suma de ambas cantidades, será asumida o está siendo asumida en forma de pérdidas, subdesarrollo y carencias sociales, por los más de ocho millones de personas que conformamos Veracruz. Merecemos una explicación convincente.

Es urgente ponerle fin a la duda, aunque nos mate el desengaño de la deuda increíble.

¿O acaso esa especulación y ese desconocimiento -que nos agobia-, son la estrategia para seguir haciendo como que se hace?

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