Si algo nos dejó a los veracruzanos la semana que acaba de terminar, fue el hecho de entender cabalmente lo que puede significar en estos tiempos la decisión de incluirse en una línea o una fila con otras personas. O si queremos encontrar una razón más acorde a nuestro maltrecho ego, durante los últimos siete días, aprendimos sobre lo conveniente que a uno le puede resultar la decisión de incluirse en una determinada tendencia ideológica o intelectual.

Al final de la jornada, los que han seguido esa postura, habrán comprendido que simplemente han adoptado una actitud incluyente. Y en ese tenor, quizá todos debiéramos reconocer que, por activa o por pasiva, estamos siendo parte de un gobierno incluyente.

Si tomamos como punto de partida lo acontecido en Pánuco, donde en el PAN hubo un cambio de candidato, para colocar a otro que, dicen por allá, es uno de los cercanos simpatizantes del que hicieron a un lado, se entienden estos democráticos conceptos a la perfección. Se terminan de comprender, cuando Ricardo García Guzmán, el personaje más famoso en ese asunto, declara en un concurrido mitin que “hay que alinearse con el gobernador, porque si no, jamás llegarán las obras”. Y más aún cuando el señor nos confiesa que el gobernador lo trata como a un verdadero amigo.

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Y lo entendemos a plenitud, si analizamos lo acontecido el fin de semana durante la nocturna instalación de un circo en el lujoso fraccionamiento El Lago en Xalapa. A diferencia de otras sorpresivas acciones punitivas para encarcelar a varios ex duartistas –Bermúdez, Flavino, Audirac y los demás que han pisado Pacho–, el cateo a la casa del ex tesorero Carlos Aguirre, con cámara incluida, madre preocupada por su bebé, paredes falsas, fajos de billetes de a 500 pesos y vecinos curiosos, dejó más dudas que certeza en el tema de la procuración de justicia en Veracruz.

Inmediatamente se desplegó por todo el estado el famoso video del cateo y al mismo tiempo un meme del programa estrella de Duarte, pero ahora en lugar de decir “Adelante” colocaron un “A Pacho”, junto al dibujo coloreado de la familia, cuyos integrantes apuntan con el dedo hacia un lugar determinado.

El tema resultó interesante, sin embargo, la duda inicia cuando, el contador Aguirre se convirtió en prófugo. Y algunos medios apuraron en señalar que el zorruno experto de la contabilidad gubernamental recibió el pitazo desde algún oscuro sitio.

Cabe recordar que este señor ya había sido mencionado como uno de los que había negociado su libertad a cambio de información.

Pero si eso ocurrió, de entrada, ha ocasionado un verdadero dilema para quien gobierna el estado. De acuerdo con las leyes federales y estatales que rigen el uso y disposición de los recursos públicos, el primer involucrado en el turbio manejo de los recursos del erario veracruzano, al estilo Javier Duarte o mediante la famosa “licuadora”, es el funcionario que ocupe la tesorería de la Secretaría de Finanzas y Planeación. Y en este sentido, cualquier negociación liberadora será muy difícil de cumplir.

Por consiguiente, Carlos Aguirre, Vicente Benítez, Tarek Adbalá y alguno más que haya ocupado esa posición, caerán tarde o temprano en el reclusorio, así se hubieren alineado meses atrás por la izquierda, por la derecha o por donde haya preferido la alineación.

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