José Antonio Flores Vargas

Aunque hablaremos del privilegio de llegar a buen puerto, nada tiene que ver esta historia con esa ciudad sotaventina de la cuenca del Papaloapan, que tan hermosamente describieron Manuel Carpio y Miguel Luchichí, destacados bardos veracruzanos del siglo XIX.

Porque si hablamos del municipio de Alvarado en el tema ambiental, éste se encuentra exactamente igual que el resto de los municipios de la entidad. Con relación a la preservación de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente en Veracruz, ese tema es un asunto de cuentos y cuentas.

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Y todo se le debe al suertudo personaje dueño de los temas ambientales del estado desde hace cerca de una década. Todo empezó con su atinada cercanía con la primera dama del estado, cuando ella colaboraba en el DIF estatal en el sexenio de la fidelidad. Ahí, a pesar del disgusto del titular de la extinta Coordinación de Medio Ambiente Estatal y gracias al apoyo de sus jefas, instrumentó un programa que después lo catapultó al cielo medioambiental, en diciembre de 2010.

Así, Víctor Alvarado, como político consentido del duartismo, ha permanecido vegetando en el cargo por cerca de seis años, sin que nadie le exija resultados, desde que en esa fecha, le diseñaron una secretaría de medio ambiente a modo. En Coatzacoalcos todavía recuerdan su llegada triunfal en aeronave especial, ya como secretario, acompañado de su señora esposa. Justicia y gracia para los amigos.

Muchos esperaron que los apoyos que recibió Víctor Alvarado, desde la cúpula del poder, se tradujeran en mejores servicios ambientales para el estado. Por el contrario, el ingeniero de medio ambiente salió bueno, pero para los cuentos y cuentas sonantes y contantes.

Cuando se trató de llevar acciones dentro del Programa Adelante, el más importante de la presente administración, Víctor Alvarado se destacó por llevar a cada municipio la enorme cantidad de 100 arbolitos para reforestar, aunque hubo muchos municipios a los que no llegó, por no haber conseguido los árboles con la CONAFOR.

Si eran rellenos sanitarios, todo se fue en cuentos, con eso de los estudios de impacto y terrenos no aptos. Los alcaldes que reclamaron apoyos para esas obras, recibieron su argumento reiterado de que el estado no tenía recursos.

Pero no fue lo mismo con los centros de verificación, a decir de los empresarios de ese sector, que no terminan de quejarse por su actuación. Las primeras cuentas que verificó que sí funcionaran, le permitieron llegar a los mejores escenarios del mundo natural, justo enfrente del acceso principal de un moderno y privilegiado centro comercial.

Esto demuestra que los piratas ambientales saben resguardarse en buen puerto.

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