Resulta muy preocupante que medios de comunicación como El País dediquen un editorial tan fuerte contra el presidente de México, como el que ayer publicó ese periódico español. Y lo hace en referencia a la enorme cantidad de asesinatos que ocurren en prácticamente todas las entidades federativas que nadie puede parar. 

Pero el detonante de esa ácida crítica al mandatario mexicano es el atroz número de feminicidios que están ocurriendo día tras día a lo largo y ancho del territorio nacional. Una severa frase resumió la opinión vertida sobre el presidente de México respecto a ese grave problema: “López Obrador ha sido un catálogo de ignorancia sobre la violencia de género”.

Y esa ignorancia que refiere el editorial, bien puede generalizarse a varios temas más, entre ellos la ausencia de una política seria y una respuesta contundente al terrible problema de la inseguridad pública generalizada, que ni Alfonso Durazo ni la Guardia nacional pueden resolver. 

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Otro igual de lamentable es el abandono a enfermos de cáncer, la falta de medicinas y la inoperancia del sistema de salud y otro más es el de la caída de la producción en varios sectores de la economía. 

La reacción del gabinete y de las fuerzas morenistas ante los múltiples señalamientos de la sociedad, se manifiesta culpabilizando a todo lo imaginable y a todos aquellos que parecen no estar dispuestos a conceder aplausos, silencios o treguas.

El propio mandatario utiliza su conferencia mañanera para defenderse de cuestionamientos a los temas más álgidos y sus argumentos son cada vez más insostenibles. Su expresiones fallidas o insuficientes han llegado a otras latitudes, y por ello, hasta un psicólogo francés -según las benditas redes sociales -ya lo diagnosticó de “demencia senil”. Desde luego, a la distancia, y por mucha trayectoria profesional que pudiera tener, es imposible ponerse a dar diagnósticos de cualquier tipo.

Sobre ese tema psicológico, lo que sí se debe resaltar, es que el presidente debe dejar de culpar a los demás, de expresar que este, o que aquel, o el de más allá, lo persiguen y critican por criticar. Esto más bien denota superficialidad y menosprecio a la audiencia que está pendiente de sus palabras. Andrés Manuel quiere aparentar que padece de trastorno de personalidad paranoica, situación que nadie le cree y que no sirve de nada.

México requiere que el presidente se ponga a trabajar en serio, más allá de repartir dinero y obsequiarnos de sus reiteradas excusas matutinas. Necesita exigir resultados a sus colaboradores y dar tranquilidad a la población. Ese llamado nacional a pagar en efectivo, que apareció ayer, puede escalar a otras prácticas más delicadas. No sea que se le haga realidad que la gente comience a manifestarse en serio en su contra, con los votos en las elecciones venideras.

El presidente López Obrador debe instruir a su gente y también a los gobernadores a que dejen de imitarlo mal. Guardar sus “otros datos” que solo él cree. El voto que los mexicanos le dieron sostuvo las elecciones de los gobernadores morenistas que ganaron. En Veracruz, Cuitláhuac tiene que ponerse a gobernar, quitándose los numerosos lastres que carga sobre su espalda. Aunque tendría que renovar su gabinete, si es que quiere ayudarse y ayudarle a su jefe y guía.

El país y Veracruz necesitan liderazgos comprometidos, honestos y efectivos. La sociedad no aguanta más errores, más atrasos y más mentiras. 

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