Acompañado por los próceres que lo secundan en su intento de apoderarse de la presidencia de México, el domingo pasado Ricardo Anaya se registró en el Instituto Nacional Electoral (INE). El candidato del Frente, que todavía como dirigente del PAN, formó con el PRD y Movimiento Ciudadano (MC), llegó al mediodía a las oficinas de esa institución, rodeado de sus numerosos simpatizantes que esperan que el político queretano arrebate el triunfo al puntero Andrés Manuel López Obrador.

Ante multicolor contingente, el aspirante presidencial oía las palabras que Dante Delgado le decía: “Tu responsabilidad es refundar al país, refundar a México”. Regodeándose, y sin rubor alguno, le escucharía después una sentida frase motivacional: “Sí, mi generación le falló a México, por eso es tiempo de empujar a una nueva generación de jóvenes preparados como Ricardo Anaya Cortés, que construyan un proyecto colectivo de cambio profundo”.

Ese día, los acompañantes en el estrado dieron muestra de sus habilidades gatopardistas y de alta capacidad de olvido e incongruencia doctrinaria. Cobijado por tanta fuerza y con actitud retadora, Anaya dio a entender que no le preocupan las acusaciones de enriquecimiento inexplicable y corrupción que desde hace algunas semanas circulan con profusión en los medios de comunicación y en las redes sociales mexicanas.

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Pero, cómo hablarle de refundar, a un hombre nacido al amparo del poder, que supo hacer de la traición su escalinata a la cima personal. Cómo hablar así a un personaje que se encaramó a la dirigencia nacional de su partido mediante el uso de oscuras negociaciones con la cúpula gobernante.

Cómo hablar de refundar, a un ex militante panista que ha puesto en práctica actitudes vergonzosas, que poco o nada tienen que ver con los principios fundacionales del Partido Acción Nacional y con la filosofía que enseñaron sus dirigentes más apreciados por la militancia azul.

Cómo se pide refundación, a un hombre que cobijado entre los pasillos del régimen peñista, se hizo famoso con el célebre esquema de los “moches” a partir de los recursos autorizados a sus diputados y alcaldes en el presupuesto de egresos de la federación hace algunos años. Una persona que trae una cola de irregularidades financieras y una larga lista de propiedades inmobiliarias con recursos de extraña trayectoria.

Y si hablamos de Veracruz, todo mundo se pregunta cómo este “refundar” dominical le acomoda a Dante Delgado, después de su oscilante trayectoria estatal, donde su partido, primero llamado Convergencia por la Democracia y ahora Movimiento Ciudadano, no ha dado “nananananana, nada”, más que beneficios a dos o tres amigables directivos repetidos sin cesar en las candidaturas principales del movimiento naranja.

¿Acaso, después de la penosa incursión zedillista, los que fueron sus colaboradores en la administración pública estatal, pudieron continuar en la política nacional en cargos que valieran la pena?

Claro que no, jamás, porque más que otra cosa, ellos sufrieron de algún tipo de estigma por haber trabajado con un gobernador que salió con poca gloria y con las alas manchadas, tras cruzar los pantanos que alguna vez describiera el poeta Salvador Díaz Mirón.

Dante Delgado perdió el norte y los demás puntos cardinales. Como otros grandes ilusionistas del poder, lleva años administrando un partido político que le permite pingües ingresos usufructuando un rollo democrático, que no es más que su “democracia” personal. Y esto no es secreto, porque por desgracia para él, avanzan como la peste ciertos rumores financieros que se llevan a cabo en ese partido patrimonialista.

No sea que más que refundar, como gritó a voz en cuello el líder naranja el domingo, estos habilidosos políticos que le tiran a las estrellas y a todo el movimiento monetario del espectro nacional, sean los que se encarguen de refundir o deshacer lo que hasta ahora habían conseguido en la política. Por lo pronto han refundido y casi deshecho al partido azul y al PRD. A ver qué queda de MC después de esta contienda.

En el editorial DANTE: ¿FRENTE O PUERTA DE ATRÁS?, publicado en este portal el 7 de septiembre de 2017, señalamos que no estaba muy claro el panorama con Ricardo Anaya. Y después de seis meses de lucha, se observa que no cambian mucho esas percepciones.

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