A finales de la década de los treinta del siglo pasado, Alemania empezó a invadir territorios y soberanías, desatando la Segunda Guerra Mundial. Avanzó hacia el este y tomó Polonia. Los liderazgos nacionales de Europa se estremecieron esperando lo peor. Adolfo Hitler había enloquecido y amenazaba con hacer más grande su imperio.

Muchos hicieron preguntas sobre el papel de Rusia ante ese peligroso hecho. Al cuestionársele, el político y estadista inglés Winston Churchill lo sentenció de esta manera: “Rusia es una adivinanza, envuelta en un misterio, dentro de un enigma”.

Seis años más tarde, una alianza internacional derrotó a los alemanes, terminó la guerra y en 1965 murió el ex primer ministro del Reino Unido. Pero la historia continúa. Y la vieja reflexión de Churchill puede ser utilizada en México, en estos tiempos en que se habla de la intromisión de los rusos para favorecer a Andrés Manuel López Obrador y a su tercera campaña a la presidencia de la república.

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Pero el problema actual no es el de las intromisiones internacionales, porque en México esa circunstancia aparece desde añejos tiempos y en diferentes maneras. Los españoles, los norteamericanos, los franceses, los ingleses, los rusos, los cubanos, los chilenos y quién sabe cuántos países más, han contribuido con su granito de arena.

La intromisión rusa en este país, que nos repiten en todas las formas de la globalización mediática, se vio argumentada con mayor énfasis a partir de la derrota de Hillary Clinton y el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos hace poco más de un año, atribuida por los perdedores a esa causa. Y detrás de ella apareció la trama venezolana de Maduro, para hacernos sentir que el Peje se parece al dictador bolivariano.

Sin embargo, el peligro real no es que Andrés Manuel López Obrador llegue al Palacio Nacional.

El peligro es que cuando el tabasqueño tome posesión -porque las encuestas y la calle indican que él será el próximo presidente-, llegarán al poder los innumerables delincuentes y exfuncionarios corruptos que el manto generoso de MORENA ha redimido en estos años previos a su asunción.

Otro peligro, es que se haga verdad el famoso Lamborghini de Andy, el que de acuerdo con los díceres populares, anda haciendo de las suyas por varias partes de la república, como ya vimos a todo color en el Ayuntamiento de Xalapa, con los funcionarios enviados por el primogénito dedo morenista.

El riesgo no es la probable manipulación de los rusos. El verdadero peligro es que ambiciosas manos nacionales empiecen a modificar la Constitución, las instituciones públicas y las formas de vida mexicanas, que quiérase o no, funcionan con todo y las serias deficiencias que arrastran.

Ese es el peligro real. Porque parafraseando a Churchill, podemos afirmar que Andrés Manuel López Obrador “es una adivinanza, envuelta en un misterio, dentro de un enigma”.

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