En los escritos que dejó el griego Herodoto, este historiador habla de las míticas amazonas, aquellas valerosas mujeres de a caballo que según la tradición helénica eran grandes guerreras.

Uno de los parlamentos que el padre de la historia atribuye a ellas, es el siguiente: “A nosotras no nos es posible vivir en compañía de vuestras hembras, pues no tenemos la educación y crianza de ellas. Nosotras disparamos el arco, tiramos el dardo y montamos un caballo, y esas habilidades mujeriles de hilar el copo, enhebrar la aguja y atender los cuidados domésticos, las ignoramos. Vuestras mujeres nada saben de lo que sabemos nosotras, sino que sentadas en sus carros cubiertos, hacen sus labores sin salir a caza, ni ir a parte alguna”.

De alguna manera, esas antiquísimas palabras podrían referirse a la lucha actual que las nuevas generaciones de mujeres llevan a cabo para empoderarse en los distintos terrenos de la vida pública.

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Aunque las tendencias políticas en el planeta parecen más propicias al género masculino, existe un buen número de mujeres que, recordando a aquellas amazonas, insisten en tener espacios similares a los hombres y en ocupar los más altos cargos de gobierno. En nuestro país, Margarita Zavala y Alejandra Barrales son los más notorios ejemplos de ello. La primera aspira a la presidencia de la nación y la segunda pretende gobernar la Ciudad de México.

En Veracruz tenemos a brillantes y decididas mujeres, que como en aquellas historias de reivindicación femenina, luchan denodadamente por escalar posiciones y encumbrarse a los más altos cargos del mundo político que los hombres insisten en dirigir.

Así podemos mencionar a Elízabeth Morales, quien ha podido estar en todos aquellos cargos que ha buscado: diputada federal, alcaldesa de Xalapa y ahora, delegada del ISSSTE, desde donde se esfuerza por alcanzar una senaduría.

También tenemos a Cinthya Lobato, diputada local hace años y en la legislatura actual, quien no se arredra ante nada y ante nadie, y se esmera en hacer labor política y llevar su nombre por todo el estado.

En Xalapa, recordando el éxito social y mediático que hace años tuvo Elízabeth, tenemos a la neomorenista Ana Miriam Ferráez, una persistente dama de la comunicación y el altruismo, que contendió por la alcaldía xalapeña en la elección pasada y continúa con férreo empeño en acrecentar su imagen y soñar con ser diputada.

Y por último, la priista Anilú Íngram que esta semana se llevó las palmas y los reflectores durante la visita del presidente Peña Nieto a Veracruz. Igual que otros personajes que también ocuparon la delegación federal de la SEDESOL, ella sueña con cargos superiores. Por lo pronto con ser senadora por su partido. Pero algunos creen que podría entrar a la baraja sucesoria por la gubernatura.

Legítima aspiración de una aguerrida mujer que cuenta con méritos similares a los otros aspirantes. Porque ni Miguel, ni Cuitláhuac, ni Pepe o Héctor, podrían asegurar tener más capacidad que ella, en una carrera para alcanzar la silla principal del palacio de gobierno veracruzano.

Ciertamente, casi todas las versiones de la literatura antigua, afirman que las mitológicas amazonas solían sucumbir ante la fuerza y mañas militares de los hombres de aquellos tiempos. Pero podrían cambiar las cosas, como muchas otras que han cambiado en este milenio.

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