Desde que Rocío Nahle García se convirtió en gobernadora electa de Veracruz, la ingeniera dio a conocer que a diferencia de las administraciones pasadas, en su gestión sólo tendría una dependencia responsable de toda la obra pública a construir en el territorio estatal. 

Y desde octubre anterior informó que para realizar esa tarea, nombraría al ingeniero Leonardo Cornejo Serrano, quien la había apoyado en la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, siendo ella Secretaria de Energía del gobierno obradorista. 

A partir de diciembre, el ingeniero Cornejo Serrano, ya como titular de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas, ha estado trabajando en la integración legal y administrativa de una súper secretaría como la quiere su jefa y como la que él necesita para cumplir con la encomienda. 

Pero debe decirse, como advertencia que no mueva a engaño, que esa idea integradora y nada nueva, ya fracasó en Veracruz y únicamente ocasionó pérdida de tiempo y proyectos para el archivo en el gobierno de Miguel Álemán Velasco, y que también fue desechada primero en el sexenio de Fernando Gutiérrez Barrios que concluyó Dante Delgado. 

El problema de una idea de esa envergadura, que no es mala, es que en la dura realidad, van transcurriendo los meses y no se perciben avances consistentes en esa dirección. El calendario anual de 12 meses que concluye en un informe de gobierno, es una condición terrible y fatal, que exige obras concretas y no sólo anuncios y buenas intenciones. 

El peligro real, es que la sociedad, que viene de experimentar periodos y malos gobiernos (Duarte, Yunes Linares y Cuitláhuac), no quiera esperar a que la nueva secretaría se organice e integre adecuadamente, haga la planeación correcta, las licitaciones de Ley y los procesos de obra, que se complican con el periodo de lluvias y ciclones que se atraviesa.

O es que sólo se entregarán para el Primer Informe, algunos bacheos (como los que difunden los nahlistas en sus redes), o los los dos elefantes blancos e inconclusos que deja Cuitláhuac (el Nido y el Tiburón)  y algunas obritas mal construidas de las que vienen en proceso desde hace años.  

¿O acaso es razonable que el primero de seis años de Nahle,  sólo sea para las camionetitas de la salud, para hablar del Tren del Golfo que no convence a Sheinbaum ni a los inversionistas privados, y para “minucias constructivas y excesos declarativos” de un gobierno de nómina abundante que le cuesta miles de millones de pesos a los veracruzanos?  

Este aspecto integrador de la obra debe reflexionarse y corregirse o reencauzarse para hacerlo viable y con presteza. El Amor a Veracruz no debe ser sólo un canto de sirenas, debe convertirse en resultados loables y palpables que puedan atribuirse a Rocío Nahle.

Pero hagamos una pregunta clave. ¿Qué tenemos los veracruzanos de Leonardo Cornejo? Que es ingeniero químico. Que fue un eficaz funcionario de PEMEX en regímenes pasados. Que la obra de Dos Bocas que él coordinó y supervisó, no ha funcionado al 100 por ciento. Y qué tenemos en lo más cercano. Podemos decir que Cornejo ya consiguió la restructuración legal para tener su Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas y decenas de puestos directivos que deben ayudarlo.  También, debemos especular, en que a estas alturas, ya debe tener autorizados miles de millones de pesos de presupuesto 2025 que no debe ser utilizados sólo en pago de altas nóminas. 

Y hagamos una segunda pregunta más seria. ¿Y luego, que sigue? ¿Ya se están licitando las obras anunciadas, ya hay algunas iniciadas y en proceso. O qué va a decirnos Nahle en su Primer Informe el próximo 30 de noviembre? Porque constitucionalmente la responsable es Nahle, no Cornejo.

Si algo preocupa en Veracruz sobre este tema de obra e infraestructura, es que el señor que viene y lo presentan como megaexperto de obra pública, no puede decirnos o presumirnos que su obra cumbre de cinco años, la Refinería de Dos Bocas, está operando a plenitud y cumple con los estándares de calidad y con los objetivos nacionales que se plantearon con ella.

De este tamaño están las cosas, hablando en idioma jarocho.

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